martes, 15 de septiembre de 2009

La conexión romántica de Cien años de soledad

La conexión romántica
de Cien años de soledad

- El espíritu romántico del coronel Aureliano Buendía


"Decir de alguien que es un pensador romántico o un héroe romántico NO significa NO decir nada".
Isaiah Belin.


Por Iván Rodrigo García Palacios

Con una evidente trasposición de Novalis, el amante, y de Michael Kohlhaas, el guerrero, en el coronel Aureliano Buendía, Gabriel García Márquez realiza una serie de asombrosas operaciones literarias por medio de las cuales es posible establecer las conexiones y la integración del Romanticismo en la escritura Cien años de soledad.

Ellas son:

- Determina el espíritu romántico del coronel Aureliano Buendía.
- Establece el marco épico-romántico de Cien años de soledad.
- Reconoce el influjo que el Romanticismo tiene en su escritura.
- Muestra la interpretación y la trasposición del "idealismo mágico" de Novalis, en el "realismo mágico" al que aspiraban Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes.
- Da cuenta del aprendizaje literario que realizó en las obras de los primeros románticos, en especial, las lecciones de escritura de Ludwig Tieck.
- Ofrece un homenaje a sus amigos Carlos Fuentes y Álvaro Mutis.

***

El coronel Aureliano Buendía adquiere su encarnación del más puro espíritu romántico cuando Gabriel García Márquez traspone en él, de manera simétrica, el ser y el espíritu del más representativo de los promotores del Romanticismo alemán: Friedrich von Hardenberg, quien escogió el nombre de Novalis para identificarse en sus actividades literarias, y con él también se incluye a aquel círculo de amigos encantados por la iluminación de la oscuridad.

Esta trasposición de Novalis en el coronel Aureliano Buendía se realiza de manera evidente a través de la simetría que se establece entre las mujeres-niñas de las que se enamoraron, la posterior tragedia de sus matrimonios y las trasformaciones existenciales que sus tragedias les provocaron. Ambos se enamoran, se casan y sufren la trágica muerte temprana de sus amadas, tragedia que los transforma en lo más profundo de sus seres para el resto de sus existencias.

Como es bien conocido, en Novalis se encarnaron las cualidades personales que identificaban a los románticos: la íntima conexión de vida y obra, simetría que también será traspuesta a la vida y obra del coronel Aureliano Buendía.

Vida y obra, la de Novalis, que se manifiesta en la forma de su existencia y en las obras posteriores a la tragedia: reflexiona sobre lo que denomina "idealismo mágico" como una forma de seguir tras los pasos de su amada como una forma de transición de esta vida a la otra por medio de la voluntad.

Vida y obra, la del coronel Aureliano Buendía, que se manifiesta, antes de la tragedia, "en versos que no tenían principio ni fin" y, después de la tragedia, en la épica de sus treinta y dos guerras perdidas que son su forma de alcanzar a su amada a través de una muerte heroica o misteriosa, porque el coronel, al igual que Novalis, no intentarán quitarse la vida, pero si se plantean un hipotético plazo para alcanzar su final terrenal, plazo que para ambos se cumplirán de maneras diferente de cómo se lo habían propuesto.

A este espíritu romántico del coronel Aureliano Buendía, Gabriel García Márquez, contrapone en Pietro Crespi esa otra actitud romántica, la del amante desolado en la que el personaje termina suicidándose por amor.

La conexión que determina el marco épico-romántico de Cien años de soledad, se establece a partir de la novela de Heinrich von Kleist, La asombrosa guerra de Michael Kohlhaas, como mostraré más adelante.

***

Realizando una comparación entre los sucesos y las circunstancias, los unos reales y biográficos y los otros de invención literaria, que rodean el enamoramiento y matrimonio de Novalis y el enamoramiento y matrimonio del coronel Aureliano Buendía, se pueden identificar una serie de elementos que son comunes para ambos y los cuales Gabriel García Márquez emplea, en una simetría de trasposiciones, en Cien años de soledad.

Estos elementos son:

- Sus súbitos enamoramientos.
- Las similitudes entre las dos amadas y la tragedia de sus muertes tempranas.
- Las reacciones y consecuencias de los enamoramientos.

***

Tomando la síntesis biográfica que hace Rúdiger Safranski de este momento de la vida de Novalis y comparándola con el mismo momento de la vida del coronel Aureliano Buendía, narrado por Gabriel García Márquez, es posible reconocer las conexiones, correspondencias, simetrías y distinguir las trasposiciones que de manera patente se establecen entre ambos personajes y eventos.

La amada de Novalis es Sophie von Kühn:

"A finales de este año, 1794, Novalis se encuentra con Sophie von Kühn. Queda subyugado. Será el gran amor de su vida. Lo que ahora sucede es un Romanticismo como forma de vida, algo que en el fondo sólo está en los libros.
La muchacha sólo tiene trece años; procede de buena familia. Por tanto, no hay impedimentos para el matrimonio, al que Novalis está decidido de inmediato; el inconveniente es quizás la tierna edad de la novia. Pero el padre se inclina por hacer la vista gorda, pues también él ha cogido cariño a la muchacha. En cambio, los amigos no podían comprender lo que fascinaba a Novalis, ya que no encontraban a Sophie especialmente atractiva. Sólo Tieck reacciona con arrebato. Ninguna descripción podría expresar, escribe, "con qué gracia y celeste encanto se mueve este ser supraterrestre, y qué belleza la rodea de resplandor y la ha revestido de emoción y majestad".
A pesar de su encantamiento, Novalis era capaz de emitir un juicio distanciado sobre la amada. Así, confía a su diario, en el verano de 1796, la siguiente caraterística:
"Su temprana madurez. Desea agradar a todos. Su firmeza y su flexibilidad frente a las personas que estima o que teme (...) No le importa en exceso la poesía (...) No parece que haya llegado a un estadio de auténtica reflexión (...) Su fumar tabaco (...) Su atrevimiento frente al padre (...) Su anhelo de educarse (...) Su amor a los niños. Espíritu de orden. Espíritu dominador. Su preocupación y pasión por el decoro. Procura conseguir que yo agrade en todas partes (...) No quiere avergonzarse por mi amor. Con frecuencia mi amor la agobia. Tremendo don de simulación, don de ocultamiento de las mujeres en general" (R, p. 104) (1).
Tras la muerte de Sophie, la reacción de Novalis se conoce por lo que cuenta Caroline von Kühn:

"Después de la muerte de Sophie, con frecuencia permanecía durante días encerrado en la habitación de ella. Y vivía solamente para su dolor. A los suyos les preocupaba cómo soportaba esta larga soledad; eso hizo que un día su hermana entrara a verlo y, al entrar por la puerta, se quedó rígida de pavor, pues vio a la difunta tal como el día de su muerte yacía en su cama. La explicación era que Novalis se había extendido en la cama el largo vestido azul que llevaba cuando murió. Puso encima su toca y dejó abierto un libro de bolsillo que había leído últimamente, a fin de evocar y retener el aspecto de su figura en el acto de leer".
Sophie von Kühn es a quien Novalis dedica su novela Enrique de Ofterdingen y su anhelo de ver la Flor Azul, así como sus Himnos a la noche. Será a partir de esa novela y de esos poemas que establece el carácter romántico del coronel Aureliano Buendía y, por contraposición, será Pietro Crespi, la encarnación de ese otro romanticismo en el que los amantes mueren o se suicidan por amor.

***

La amada del coronel Aureliano Buendía: Remedios Moscote, es presentada presentada en Cien años de soledad:
"Remedios, de apenas nueve años, una preciosa niña con piel de lirio y ojos verdes" (CAS, p. 72) (2).
El enamoramiento del coronel Aureliano Buendía:
"Todo el mundo quedó en paz, menos Aureliano. La imagen de Remedios, la hija menor del corregidor, que por su edad hubiera podido ser hija suya, le quedó doliendo en alguna parte del cuerpo. Era una sensación física que casi le molestaba para caminar, como una piedrecita en el zapato" (CAS, p. 73).
El inconveniente para el matrimonio:
"Media hora después regresó con la noticia de que Remedios era impúber. Aureliano no lo consideró como un tropiezo grave. Había esperado tanto, que podía esperar cuanto fuera necesario, hasta que la novia estuviera en edad de concebir" (CAS, p. 87).
La seducción y la educación sentimental y práctica de la amada:
"Aureliano, por su parte, había descuidado el taller para enseñar a leer y escribir a la pequeña Remedios. Al principio, la niña prefería sus muñecas al hambre que llegaba todas las tardes, y que era el culpable de que la separaran de sus juegos para bañarla y vestirla y sentarla en la sala a recibir la visita. Pero la paciencia y la devoción de Aureliano terminaron par seducirla, hasta el punto de que pasaba muchas horas con él estudiando el sentido de las letras y dibujando en un cuaderno con lápices de colores casitas con vacas en los corrales y soles redondos con rayas amarillas que se ocultaban detrás de las lomas" (CAS, p. 92).
Las virtudes de la amada:
"Remedios había llevado a la casa un soplo de alegría. Se había instalado con su esposo en una alcoba cercana al taller, que decoró con las muñecas y juguetes de su infancia reciente, y su alegre vitalidad desbordaba las cuatro paredes de la alcoba y pasaba como un ventarrón buena salud por el corredor de las begonias. Cantaba desde el amanecer. Fue ella la única persona que se atrevió a mediar en las disputas de Rebeca y Amaranta. Se echó encima la dispendiosa tarea de atender a José Arcadio Buendía. Le llevaba los alimentos, lo asistía en sus necesidades cotidianas, lo lavaba con jabón y estropajo, le mantenía limpio de piojos y liendres los cabellos y la barba, conservaba en buen estado el cobertizo de palma y lo reforzaba con lonas impermeables en tiempos de tormenta. En sus últimos meses había logrado comunicarse con él en frases de latín rudimentario. Cuando nació el hijo de Aureliano y Pilar Ternera y fue llevado a la casa y bautizado en ceremonia íntima con el nombre de Aureliano José, Remedios decidió que fuera considerado como su lujo mayor. Su instinto maternal sorprendió a Úrsula. Aureliano, por su parte, encontró en ella la justificación que le hacía falta para vivir. Trabajaba todo el día en el taller y Remedios le llevaba a media mañana un tazón de café sin azúcar. Ambos visitaban todas las noches a los Moscote. Aureliano jugaba con el suegro interminables partidos de dominó, mientras Remedios conversaba con sus hermanas o trataba con su madre asuntos de gente mayor" (CAS, p. 107).
La trágica muerte de Remedios Moscote provocaron en Cien años de soledad y en el coronel Aureliano Buendía, similares reacciones a las descritas atrás para Novalis tras la muerte de Sophie:
"Úrsula dispuso un duelo de puertas y ventanas cerradas, sin entrada ni salida para nadie como no fuera para asuntos indispensables; prohibió hablar en voz alta durante un año, y puso el daguerrotipo de Remedios en el lugar en que se veló el cadáver, con una cinta negra terciada y una lámpara de aceite encendida para siempre. Las generaciones futuras, que nunca dejaron extinguir la lámpara, habían de desconcertarse ante aquella niña de faldas rizadas, botitas blancas y lazo de organdí en la cabeza, que no lograban hacer coincidir con la imagen académica de una bisabuela" (CAS, pp. 108-109).
La reacción del coronel:
"La muerte de Remedios no le produjo la conmoción que temía. Fue más bien un sordo sentimiento de rabia que paulatinamente se disolvió en una frustración solitaria y pasiva, semejante a la que experimentó en los tiempos en que estaba resignado a vivir sin mujer" (CAS, p. 116).
Después de la trágica muerte de Remedios Moscote, el coronel Aureliano Buendía se va a la guerra y a su regreso a Macondo y en la convalecencia del envenenamiento por el que pretendieron matarlo, emprende, él también, una obra como la que ya había realizado Novalis:
"Sólo entonces supo que no habían quemado sus versos. «No me quise precipitar -le explicó Úrsula-. Aquella noche, cuando iba a prender el horno, me dije que era mejor esperar que trajeran el cadáver.» En la neblina de la convalecencia, rodeado de las polvorientas muñecas de Remedios, el coronel Aureliano Buendia evocó en la lectura de sus versos los instantes decisivos de su existencia. Volvió a escribir. Durante muchas horas, al margen de los sobresaltos de una guerra sin futuro, resolvió en versos rimados sus experiencias a la orilla de la muerte. Entonces sus pensamientos se hicieron tan claros, que pudo examinarlos al derecho y al revés" (CAS, p. 161).
Como Novalis, él también escribió su Enrique Ofterdingen y sus Himnos a la noche.

***

En cuanto al marco épico-romántico de Cien años de soledad, este es tomado de la novela de Heinrich von Kleist, La asombrosa guerra de Michael Kohlhaas, en la cual se inspiran las guerras y el destino del coronel Aureliano Buendía.

Ambos, Michael Kohlhaas y el coronel Aureliano Buendía, héroes románticos y trágicos que se sacrifican por la restitución de una justicia que consideran sagrada en el plano trascendental pero imposible en la realidad.


Esta es la pregunta que se hace Heinrich von Kleist:
"¿Qué está en juego en esta guerra?"
Y esta es su respuesta:
"Está en juego una comunidad que los salvajes de los mares del sur, si la conocieran, acudirían en masa a defenderla; una comunidad (...) que sólo puede ser llevada al sepulcro con sangre, ante la que el sol se oscurece".
Por su parte, el coronel Aureliano Buendía le pregunta al coronel Gerineldo Márquez:
"- Dime una cosa, compadre: ¿por qué estás peleando?
- Por qué ha de ser, compadre -contestó el coronel Gerineldo Márquez-: por el gran partido liberal.
- Dichoso tú que lo sabes -contestó él-. Yo, por mi parte, apenas ahora me doy cuenta que estoy peleando por orgullo.
- Eso es malo -dijo el coronel Gerineldo Márquez.
Al coronel Aureliano Buendía le divirtió su alarma.
"Naturalmente", dijo. "Pero en todo caso, es mejor eso, que no saber por qué se pelea". Lo miró a los ojos, y agregó sonriendo:
- O que pelear como tú por algo que no significa nada para nadie" (CAS, p. 161).

***

En Cien años de soledad no es posible hacer la lectura de lo escrito por el coronel Aureliano Buendía, sin embargo, si es posible establecer las conexiones y correspondencias entre Cien años de soledad y la novela inconclusa de Novalis, Enrique Ofterdingen.

Véase lo que escribe Rúdiger Safranski al respecto:
"En esta época, entre 1799 y 1801, Novalis vivía en una verdadera embriaguez creadora. Enrique Ofterdingen debía ser la primera de una serie de por lo menos seis novelas. Su plan era escribir un ciclo entero. "Me gustaría", escribe el 27 de febrero de 1799 a Caroline Schlegel, "dedicar toda mi vida a una novela, que llenaría por sí sola una biblioteca entera, y que quizás habría de contener los años de aprendizaje de una nación" (3).
Esto escribe Gabriel García Márquez a su amigo Carlos Fuentes:
«Jamás he trabajado en soledad comparable —me dice—, no siento más punto de referencia que, quizás, Rabelais, sufro como un condenado poniendo a raya la retórica, buscando tanto las leyes como los límites de lo arbitrario, sorprendiendo a la poesía cuando la poesía se distrae, peleándome con las palabras. A veces —me escribe Gabriel— me asalta el pánico de no haber dicho nada a lo largo de quinientas páginas; a veces, quisiera seguir escribiendo el libro el resto de mi vida, en cien volúmenes, para no tener más vida que esta...» (4).
Así teoriza Novalis:
"En cuanto doy alto sentido a lo ordinario, a lo conocido dignidad de desconocido y apariencia infinita a lo finito, con todo ello romantizo".
De esa manera se explica el que, en Cien años de soledad, Gabriel García Márquez se apropió del marco épico-romántico que se propuso Novalis para Enrique Ofterdingen y de las ideas Novalis sobre el "idealismo mágico" para fundamentar el "realismo mágico".

***

La interpretación y trasposición del "idealismo mágico" de Novalis, en el "realismo mágico", al que aspiran Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes, se puede establecer en la comparación que propongo a continuación.

Eustaquio Barjau hace la siguiente explicación:
"Este es el sentido del adjetivo "mágico" que acompaña al rótulo del idealismo de Novalis: la magia es el arte de actuar sobre las cosas, a voluntad del mago, de transformar la realidad; a la actuación del alma individual sobre el cuerpo no la consideramos mágica, sí en cambio a la actuación del hombre sobre las cosas; pues bien, ésta es la vocación del hombre -concretamente, del poeta-, imponer la idea, el espíritu sobre la materia, convertir lo involuntario y azaroso en voluntario y planeado, espiritualizar el cosmos; en el postulado del "idealismo mágico" de "hacer de las cosas ideas y de las ideas cosas" se expresan de un modo pregnante los dos términos que definen este esbozo de sistema" (5).
Por su parte, Carlos Fuentes dice lo siguiente sobre Cien años de soledad:
"Acabo de leer Cien años de soledad: una crónica exaltante y triste, una prosa sin desmayo, una imaginación liberadora. Me siento nuevo después de leer este libro, como si les hubiese dado la mano a todos mis amigos. He leído el Quijote americano, un Quijote capturado entre las montañas y la selva, privado de llanuras, un Quijote enclaustrado que por eso debe inventar al mundo a partir de cuatro paredes derrumbadas. ¡Qué maravillosa recreación del universo inventado y re-inventado! ¡Qué prodigiosa imagen cervantina de la existencia convertida en discurso literario, en pasaje continuo e imperceptible de lo real a lo divino y a lo imaginario!"
Y añado:
Pero en algún rincón debe haber un Aureliano con su cruz de cenizas en la frente que venga a protestar contra la crónica del biznieto del coronel Gerineldo Márquez, corrija los inevitables errores y proponga una nueva lectura, radical e inédita, de los pergaminos de Melquíades. Un día, querido Julio, me hablaste de la novela como mutación. Eso es Cien años de soledad: una generación y una re-generación infinita de las figuras que nos propone el autor, mago iniciático de un exorcismo sin fin" (6).

***

Llama poderosamente la atención la simetría que se establece entre los amigos cercanos de Novalis con los amigos del coronel Aureliano Buendía y con los amigos de Gabriel García Márquez al momento de su escritura de Cien años de soledad.

Los amigos de Novalis son: Ludwig Tieck y Fredrich Schlegel.

Los del coronel: Magnífico Visbal y Gerineldo Márquez.

Y los de Gabriel García Márquez: Carlos Fuentes y Álvaro Mutis, el amigo que estuvo en la cárcel de Lecumberri, como Gerineldo Márquez, por ayudar a sus amigos. También se debe incluir a Juan Rulfo, quien influyó profundamente en la educación literaria y en la escritura de Gabriel García Márquez.

Por comparación es posible establecer las conexiones y correspondencias entre ellos:

Ludwig Tieck fue el primero de los escritores románticos en desarrollar una serie de novelas "que en realidad eran tan románticas -escribe Rúdiger Safranski- como los teóricos se las habían imaginado". Esos teóricos son los hermanos August Wilhelm y Friedrich Schlegel.

Tieck era un dotado escritor de quien, agrega Rúdiger Safranski:
"Con increíble rapidez aprendió cómo se puede hacer literatura a partir de la literatura y cómo acertar con el gusto público" (7).
Se puede decir que eso es lo que hacía exactamente Gabriel García Márquez con su trabajo como guionista en el cine mexicano y bajo la tutoría de Carlos Fuentes, durante los años previos a la escritura de Cien años de soledad, como lo he mostrado en otras de mis hipótesis descabelladas (8).

Novalis le escribe a Tieck después de su primer encuentro:
"La suerte de haberte conocido inicia un nuevo libro en mi vida (...). Has producido en mí una impresión profunda, encantadora. Nadie hasta ahora me había conmovido como tú de una forma tan suave y a la vez tan amplia".
Fredrich Schlegel, por su parte, es descrito por Rúdiger Safranski:
"A veces, los amigos también veían a Schlegel como un Orlando furioso del campo intelectual. ¡Qué cantidad de material era capaz de recibir! ¡Con qué rapidez y brillo lo elaboraba! ¡Con qué efervescencia intervenía en las conversaciones! ¡Cómo arrojaba ideas y ocurrencias a su alrededor y en un santiamén desarrollaba nuevos proyectos literarios!" (9).
De Schlegel escribe Novalis, el 20 de agosto de 1793:
"Quizás nunca más llegue a ver a otro hombre como tú. Para mi has sido el pontifice de Eleusis. A través de ti he llegado a conocer el cielo y el infierno, a través de ti he gustado el árbol del conocimiento".
Y Friedrich Schleiermacher de Tieck:
"Por lo que se refiere a su espíritu, es de todo punto superior a mí, de manera que sólo puedo hablar al respecto con gran reverencia. ¡Con qué rapidez y profundidad penetra en el espíritu de cada ciencia, de cada sistema, de cada escritor! (...) ¡Ha ordenado sus conocimientos en un sistema espléndido, y sus trabajos no son casuales, sino que se siguen los unos a los otros según un gran plan! Sé apreciar enteramente todo esto desde hace poco tiempo, pues veo en cierto modo cómo sus ideas nacen y crecen".
Palabras y descripciones que pueden ajustarse como anillo al dedo al Carlos Fuentes y al Álvaro Mutis, amigos íntimos de Gabriel García Márquez.

***

Muchos años después de la escritura de Cien años de soledad, el amigo Juan Rulfo le advirtió a Gabriel García Márquez sobre los peligros de vivir, como los románticos, en y por la literatura.

NOTAS

(1) Rúdiger Safranski, Romanticismo, Una odisea del espíritu alemán, Tusquets, 2009, p. 104. Además, todas las citas de los románticos citados han sido tomadas de esta obra.
(2) Gabriel García Márquez, Cien años de soledad, edición conmemorativa, RAE, 6 de marzo de 2007. Todas las citas corresponden a tal edición.
(3) Rúdiger Safranski, Romanticismo, Una odisea del espíritu alemán..., p. 101.
(4) Carta citada en el texto de Carlos Fuentes, Para darle nombre a América. Homenaje, leído en Cartagena con motivo de la conmemoración de los 80 años de Gabriel García Márquez y los 40 años de la publicación de Cien años de soledad.
(5) Novalis, Himnos a la noche. Enrique Ofterdingen, Edición de Eustaquio Barjau, Cátedra, Madrid, 1992, p. 19.
(6) Carlos Fuentes, Para darle nombre a América. Homenaje.
(7) Rúdiger Safranski, Romanticismo, Una odisea del espíritu alemán..., p. 84.
(8) Ver en mis blog:
http://lectorludi.blogspot.com/
http://lowry-garciamarquez.blogspot.com/
http://ivanrodrigogarciapalacios.blogspot.com/
(9) Rúdiger Safranski, Romanticismo, Una odisea del espíritu alemán..., p. 62.
Licencia Creative Commons
Ensayos de un LECTOR LUDI por Iván Rodrigo García Palacios se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.