martes, 9 de marzo de 2010

Presencia de Bruno y Spinoza en el enamoramiento de Nietzsche

Iván Rodrigo García Palacios

Presencia de Bruno y Spinoza
en el enamoramiento de Nietzsche


"CICADA: Entiendo: porque el amor transforma y convierte en la cosa amada".
(...)
"TANSILLO: Así es. He aquí pues cómo Acteón, convertido en presa de sus propios canes, perseguido por sus propios pensamientos, corre y "dirige los nuevos pasos" -renovado en cuanto procede divinamente y con mayor ligereza, es decir, con mayor facilidad y con más eficaz vigor- "hacia la espesura", hacia los desiertos, hacia la región de las cosas incomprensibles; de hombre vulgar y común como era, se torna raro y heroico, tiene costumbres y conceptos raros, y lleva una vida extraordinaria. Y en este punto "le dan muerte sus muchos y grandes canes", acabando aquí su vida según el mundo loco, sensual, ciego e ilusorio, y comenzando a vivir intelectualmente; vive la vida de los dioses, nútrese de ambrosía y de néctar se embriaga"
 (Giordano Bruno,Los Heroicos Furores, I, 4).

"Definiciones: "III.-Por afectos entiendo las afecciones del cuerpo, por las cuales aumenta o disminuye, es favorecida o perjudicada, la potencia de obrar de ese mismo cuerpo, y entiendo, al mismo tiempo, las ideas de esas afecciones.
Así pues, si podemos ser causa adecuada de alguna de esas afecciones, entonces entiendo por «afecto» una acción; en los otros casos, una pasión"
(Baruch Espinoza, Ética, III, Definiciones).


"Ya no pastor, ya no hombre, - ¡un trasfigurado, iluminado, que reía! ¡Nunca antes en la tierra había reído hombre alguno como él rió!".
(Friedrich Nietzsche, Así habló Zaratustra, De la visión y enigma, 2.).
"Nietzsche termina identificando su inspiración con su revelación exterior y cree que su espíritu contiene y engendra bajo una forma mística la quintaesencia del Ser: "Para mí -¿cómo podría haber un afuera-de-mi? ¡No existe ningún afuera", dice en Así habló Zaratustra".
(Lou Andreas Salomé, Nietzsche. Sus metamorfosis).


1. El estro amoroso y creativo

Para contemplar lo que voy a contar, propongo esta definición sobre el enamoramiento y el estro amoroso y creativo:
Para empezar, hay que decir que el enamoramiento y el estro amoroso y creativo son un imperativo natural de instintos, apetitos, emociones, deseos, sentimientos y anhelos, un estado evolutivo del Homo-Humano, necesario, temporal, repetitivo e incontrolable, mediante el cual el cuerpo y la mente se trasforman.
Pero, también, el enamoramiento es, para la imaginación, un ideal, un anhelo de unidad y perfección: el "conatus" spinoziano
Porque el enamoramiento y el estro amoroso y creativo, como fenómenos neurobiológicos, son: instinto, apetito, emoción, deseo, sentimiento, anhelo, y como evento existencial, biográfico y cultural, se corresponde como un asunto sagrado, erótico, heroico, trágico y cómico, respectivamente:

Sagrado, porque es una experiencia de lo divino.
Erótico, porque, en la plenitud de sus significados, es la fuerza entrópica que forma y transforma el cuerpo y la mente de los amantes.
Heroico, porque hace que los enamorados desplieguen la totalidad de unas energías, fuerzas y poderes de las que no sabían eran poseedores.
Trágico, porque su fin es ineludible e ineluctable.
Y, cómico, porque el pícaro Eros, al final, se sale con la suya" (1).

Es, en el ámbito de esas concepciones del enamoramiento de la carne y del espíritu, en ese estro amoroso y creativo, donde se producen las reacciones y manifestaciones que los poetas y los filósofos expresan en sus obras y escrituras; estéticas las de los poetas y herméticas las de los filósofos. Las de las ciencias, por su razón, son cautas.
Ello se explica porque, en los estados extremos del enamoramiento y del estro amoroso y creativo: éxtasis y agonías, cada persona, acorde con su naturaleza y con la visión de sí mismo, reacciona de manera extrema como una especie de terapia para recuperar la armonía emocional y corporal (2). La escritura es el remedio de filósofos y poetas.
Es en el enamoramiento, en el estro amoroso y creativo, de filósofos y poetas, o bien por éxtasis o bien por agonía, donde es necesario buscar la raíz y la compulsión que los obliga a escribir sus grandes obras.
Lo que motiva a la concepción y realización de la obra misma es, también en sí mismo, un estado de enamoramiento, de estro amoroso y creativo.

2. Las hipótesis descabellada

No sé si considerarlo extraño o un delirio de mi mente perdida en el laberinto de espejos de mis sueños y pesadillas que sólo desea ver aquello que quiere ver, porque al emprender esta exploración sobre la presencia de Bruno y Spinoza en la escritura de Así habló Zaratustra, sólo he encontrado una referencia autorizada sobre la conexión e interpretación que hace Nietzsche del "espíritu de la tierra" y del "amor fati", en Así habló Zaratustra y en Ecce homo y, también, algunas interpretaciones sobre las conexiones y divergencias entre la ética y la ontología de Spinoza y Nietzsche.
El resto, silencio, pareciera que los estudiosos y críticos de la vida y obra de Nietzsche exageraran su prudencia académica como para establecer conexiones, correspondencias y relaciones más íntimas y de la naturaleza humana.
Eso me parece extraño porque es bien sabido que, en los dieciocho meses previos a la escritura de Así habló Zaratustra, Nietzsche, primero, se había interesado en la vida y obra de Spinoza desde junio de 1881, segundo, porque, durante la primavera y el verano de 1882, él había estado poseído por el enamoramiento y el estro amoroso y creativo que le provocara Lou Andreas Salomé, una espinoziana en cuerpo y alma y, tercero, porque, como he tratado de demostrar en otros textos, esa escritura fue motivada por esos eventos.
Por ello, no sé qué pensar, porque, en una Lectura Lúdica de Así habló Zaratustra, lo que contemplo es una extensa parodización de la Ética demostrada según el orden geométrico y de los Tratados de Spinoza (Breve Tratado, Tratado de la reforma del entendimiento y Tratado teológico-político). Una parodización a partir de la cual Nietzsche interpreta, propone y demuestra, la muerte de Dios, el eterno retorno, el advenimiento del superhombre y el poder del verdadero conocimiento y, por supuesto, su apocalíptica profecía, por medio de símbolos y parábolas:
"Símbolos son todos los nombres del bien y del mal: no declaran, sólo hacen señas. ¡Tonto es quien de ellos quiere sacar saber!
Prestad atención, hermanos míos, a todas las horas en que vuestro espíritu quiere hablar por símbolos: allí está el origen de vuestra virtud" (Así habló Zaratustra, I, De la virtud que hace regalos).
(...)
"- yo hablo, en efecto, en parábolas, e, igual que los poetas, cojeo y balbuceo; ¡y en verdad, me avergüenzo de tener que ser todavía poeta! -" (Así habló Zaratustra, III, De tablas viejas y nuevas).
¿Es esto ilusión o una visión novedosa?
Lo cierto del caso es que, bajo ninguna explicación, es posible considerar insignificante el que, al momento de encontrarse, Nietzsche y Lou, por primera vez en abril de 1882, Lou era ya, desde su cercana juventud, una ferviente y dedicada spinozista, entre otros asuntos que la entusiasmaban y que Nietzsche ya se había exaltado, desde junio de 1881, con el pensamiento de Spinoza, el darwinismo, Spencer y otras materias científicas de la época, como, por ejemplo: de Robert Julius Mayer sus Aportaciones a la dinámica del cielo, y otros temas como la simbología romántica de la naturaleza y de los dioses y la antigua tradición sobre la circularidad del tiempo.
Además y para mayor extrañeza, el 6 de agosto de 1881, cerca del lago de Silvaplana, en la roca de Surlej, a Nietzsche se le ocurrió la primera concepción de lo que luego será la materia filosófica fundamental en Así habló Zaratustra: el eterno retorno.
¿Qué había sucedido?
¿Al fin y en ese instante, en aquellas alturas y luego de intensas búsquedas, se había desvelado en la mente de Nietzsche la visión y la necesaria conjunción de ideas, imágenes, datos e informaciones, científicas y filosóficas, que le permitirán contemplar la plenitud del eterno retorno como destino del hombre: del Dios-Naturaleza, infinito, a su atributo, el hombre finito, participe de la naturaleza infinita?:
"El nombre de ese portón está escrito arriba: "Instante" (Así habló Zaratustra, III, De la visión y enigma).
¿Había encontrado Nietzsche la fórmula científica, filosófica, poética y profética, que le permitirán interpretar, explicar y poner en acción las visiones apocalípticas que luego expondrá Zaratustra?
¿Fueron las "matemáticas" propuestas de Spinoza, los descubrimientos de las ciencias de su época y todo aquello que él mismo era y ya poseía en ese instante y desde tanto tiempo atrás, lo que, al fin, se conjugaba en su mente?
¿Fue aquello el resultado de la inspiración que explica y describe Nietzsche seis años después en Ecce homo?:
"¿Tiene alguien, a finales del siglo XIX un concepto claro de lo que los poetas de épocas poderosas denominaron inspiración"? En caso contrario, voy a describirlo. Si se conserva un mínimo residuo de superstición, resultaría difícil rechazar de hecho la idea de ser mera encarnación, mero instrumento sonoro, mero medium de fuerzas poderosísimas. El concepto de revelación, en el sentido de que de repente, con indecible seguridad y finura, se deja ver, se deja oír algo, algo que lo conmueve y trastorna a uno en lo más hondo, describe sencillamente la realidad de los hechos. Se oye, no se busca; se toma, no se pregunta quién es el que da; como un rayo refulge un pensamiento, con necesidad, sin vacilación en la forma; yo no he tenido jamás que elegir. Un éxtasis cuya enorme tensión se desata a veces en un torrente de lágrimas, un éxtasis en el cual unas veces el paso se precipita involuntariamente y otras se torna lento; un completo estar-fuera-de-sí, con la clarísima consciencia de un sinnúmero de delicados temblores y estremecimientos que llegan hasta los dedos de los pies; un abismo de felicidad en que lo más doloroso y sombrío no actúa como antítesis, sino como algo condicionado, exigido, como un color necesario en medio de tal sobreabundancia de luz; un instinto de relaciones rítmicas que abarca amplios espacios de formas, la longitud, la necesidad de un ritmo amplio son casi la medida de la violencia de la inspiración, una especie de contrapeso a su presión y a su tensión. Todo acontece de manera sumamente involuntaria, pero como en una tempestad de sentimiento de libertad, de incondicionalidad, de poder, de divinidad. La involuntariedad de la imagen, del símbolo, es lo más digno de atención; no se tiene ya concepto alguno; lo que es imagen, lo que es símbolo, todo se ofrece como la expresión más cercana, más exacta, más sencilla. Parece en realidad, para recordar una frase de Zaratustra, como si las cosas mismas se acercasen y se ofreciesen para símbolo («Aquí todas las cosas acuden acariciadoras a tu discurso y te halagan: pues quieren cabalgar sobre tu espalda. Sobre todos los símbolos cabalgas tú aquí hacia todas las verdades. Aquí se me abren de golpe las palabras y los armarios de palabras de todo ser: todo ser quiere hacerse aquí palabra, todo devenir quiere aquí aprender a hablar de mí.») Ésta es mi experiencia de la inspiración; no tengo duda de que es preciso retroceder milenios atrás para encontrar a alguien que tenga derecho a decir «es también la mía.» (Ecce homo, Así habló Zaratustra. Un libro para todos y para nadie, 3).
¿Qué es, entonces, la inspiración?: Un fenómeno "humano, demasiado humano".
Traduciendo a un idioma más terrenal el hermético lenguaje de Nietzsche, la inspiración, como se la ha mitificado y como él lo describe, no es la supersticiosa revelación o posesión sobrenatural de "fuerzas poderosísimas" que encarnan "algo" en la mente de un hombre, quien no tiene ninguna otra alternativa que expresarla con lo mejor de sus palabras.
Para Nietzsche, la inspiración si es aquel instante en el que se reúnen todas las claves que permiten abrir la puerta de un misterio que por tanto tiempo ha permanecido oculto y se ha querido desvelar y al que ya es posible contemplar con claridad y "éxtasis". Ese es el instante hierofánico que desata el poder del enamoramiento y del estro amoroso y creativo.
En situaciones más comunes y corrientes, la inspiración es esa alegría profunda que embarga a un niño y a los que son como los niños, que cuando descubren y comprenden algo que les era misterioso se extasían. Ese es el niño en el que recomienda Nietzsche se debe trasformar el hombre, luego de haber sido camello y león.
Para ilustrar con un ejemplo, cuando el niño descubre y comprende que las letras se unen para formar sílabas, palabras, frases, etc., y que estas le hablan de conceptos, imágenes e infinidad de otros asuntos, ha descubierto la lectura de los textos y que estos son las claves para desvelar los misterios de la naturaleza y del universo. A partir de allí es la inspiración, tan común como la del común de los mortales o tan genial como la de Nietzsche, la que trasforma la mente y el mundo de los hombres.
Es extraño que los críticos y estudiosos de la vida y la obra de Nietzsche no le hayan prestado la más mínima atención a estas circunstancias que, por más que trato de no hacerlo, no pueden considerarse meras coincidencias y casualidades, máxime cuando existe de por medio un enamoramiento y un estro amoroso y creativo, esos que, hasta la más mínima ilusión, todo lo usan para consumirse y expresarse. Además, esto puede ser comprobado por genética literaria.
Es extraño, para no decir otra cosa, el que, Paul Rée y, un poco menos, Lou y Nietzsche que proponen enigmas, se hubiesen llevado a la tumba los secretos de lo sucedido durante el tiempo en el cual se mantuvieron aquellas tormentosas relaciones. Se sabe que Rée y Lou quemaron buena parte de los documentos de ese encuentro y que Elizabeth, la hermana de Nietzsche, censuró, tergiversó y destruyó buena parte de sus archivos.
Es extraño que a partir del momento en el que Nietzsche es poseído por Zaratustra y hasta su último escrito, las referencias bibliográficas y filosóficas a sus fuentes y lecturas maestras, sean circunstanciales e ilustrativas, en contraposición a lo sucedido antes, que, por ejemplo, se reconocen las presencias determinantes de Wagner y Schopenhauer, entre otras, demostradas y aceptadas universalmente, lo cual establece una diferencia notoria con las presencias de Bruno y Spinoza que no pasan de ser breves menciones y elaboradas interpretaciones, pero nunca fuentes y lecturas maestras determinantes, como pienso que lo fueron.
Por supuesto, es necesario aceptar que, a partir de Zaratustra, todas las propuestas de Nietzsche son propias y originales, pero nunca, inderivadas.
En fin, las extrañezas sobre esta historia, son muchas y variadas y si bien en ella se esconden secretos y enigmas, ello no quiere decir que no se pueda intentar contar otra historia que, por fantástica que pueda ser considerada, los desvele y descifre o que, al menos, proponga hipótesis descabelladas que estimulen a una Lectura Lúdica, es decir: a contemplar, analizar y comprender, "el más allá" de las obras de los humanos.
Porque las grandes obras de la cultura son la realización de humanos, "humanos, demasiado humanos", que sólo se diferencian de los demás humanos por las especiales cualidades que los capacitaron y les provocaron la compulsión de realizarlas. Por lo demás, estos grandes realizadores son humanos comunes y corrientes, con sus grandezas y mezquindades, con su humanidad, "demasiado humana", indivisible al momento de contemplar sus existencias, contar sus historias y desvelar sus secretos y enigmas.
Ya lo había expresado Spinoza en la Ética, Parte quinta, Del poder del entendimiento o de la libertad humana:
"PROPOSICIÓN I
Según están ordenados y concatenados en el alma los pensamientos y las ideas de las cosas, así están ordenadas y concatenadas, correlativamente, las afecciones o imágenes de las cosas en el cuerpo" (Ética, V).
Esta exploración es una Lectura Lúdica, porque y a pesar de todo lo anotado hasta aquí, si bien la vida de Nietzsche es todo lo compleja y oscura, como la de cualquier otro humano, su pensamiento y su obra de hombre genial, como lo podría decir él mismo, es monstruosamente compleja y, así se puedan aislar algunos secretos, enigmas y anécdotas para jugar con su lectura de manera alegre y desprevenida, ello no significa que se minimice su importancia, por el contrario, lo que se propone es atraer la atención y el interés para que se la rescate del olvido y se la explore con entusiasmo y confianza, como el mismo lo hubiera deseado.
El mismo Nietzsche ya había escrito sobre las conexiones, correspondencias y relaciones íntimas y naturales entre la vida y la obra, primero, a Lou Andreas Salomé, en los tiempos felices de su enamoramiento y, segundo, en la desazón del despecho amoroso:
Así Nietzsche se lo escribió a Lou Andreas Salomé, en su carta de Leipzig, posiblemente, el 16 de septiembre 1882:
"Mi querida Lou: su idea de reducir los sistemas filosóficos a los actos personales de sus autores es precisamente una idea de su "cerebro hermano" (otros traducen: "alma gemela"). En este sentido yo mismo enseñé historia de la filosofía antigua en Basilea y me agradaba decir a mis oyentes "este sistema está refutado y muerto pero la persona que se esconde tras él es irrefutable, a la persona no es posible matarla" - por ejemplo Platón" (Documentos de un encuentro, p. 163).
Y, luego, vuelve a reafirmarlo en Más allá del bien y el mal:
"Poco a poco me he dado cuenta de lo que ha sido hasta el presente toda gran filosofía: una confesión de su autor, y una especie de memorias involuntarias y desapercibidas" (Más allá del bien y el mal, Sección primera. De los prejuicios de los filósofos).

3. Los antecedentes spinozianos

Ahora sí, el asunto:
En el enamoramiento de Friedrich Nietzsche por Lou Andreas Salomé, en la primavera y el verano de 1882, al igual que en la escritura de Así habló Zaratustra, las vidas y las obras de Giordano Bruno y Baruch Spinoza, al igual que el total de lo que ellos ya eran en ese momento, fueron presencias determinantes para la realización de sus vidas y sus obras.
Con la vida, la poesía y la obra de Bruno, Nietzsche había entrado en contacto durante la época de su relación con Richard Wagner, quien le había compartido algunos de los poemas del herético monje, lo cual le debió despertar la curiosidad y el interés por la polémica vida y la obra de quien se enfrentó al poder de la iglesia católica y del cristianismo europeo, hasta morir en la hoguera de la Inquisición. Sobre este tema ver otros de mis textos (3).
Si bien ya había realizado esa exploración sobre la presencia de la vida y la obra de Bruno en el enamoramiento de Nietzsche por Lou y su incidencia en la escritura de Así habló Zaratustra, sólo hasta ahora, que el laberinto empieza a desvelar sus enigmas, me aventuro a explorar la presencia de Spinoza en esos eventos.
Es un hecho aceptado que las conexiones entre Bruno y Spinoza son reconocidas desde mucho antes que Nietzsche se interesara por sus vida y obras y que, cualquier investigación sobre uno de ellos, remite, obligatoriamente, al otro, no sólo porque Spinoza se emparenta con las fuentes filosóficas averroistas y del humanismo italiano de Bruno, a través de sus fuentes filosóficas en Maimonides, la filosofía judía medieval, los "colegiantes", sino porque serán las ideas y posturas de Bruno sobre Dios, el universo, la naturaleza, la religión, la política, el hombre, el "amor fati", "el sentido de la tierra" y su rebeldía, las que inspiraran a Spinoza en algunas de las originales propuestas filosóficas y políticas que expone en los Tratados y en la Ética demostrada según el orden geométrico.
En consecuencia y para cuando Nietzsche se interesa por la vida y la obra de Spinoza, la conexión con la vida y la obra de Bruno debió haber sido necesaria, así como también fue necesaria y evidente la presencia de ambos en los eventos que se sucedieron en la primavera y verano de 1882 y en la posterior escritura de Así habló Zaratustra.
Son esas necesidades y evidencias las que me propongo explorar ahora.
El conocimiento e interés de Nietzsche por Spinoza se manifestó de manera especial, en el verano de 1881, como lo explica Curt Paul Janz, en su biografía de Nietzsche:
"FASCINACIÓN POR SPINOZA
Por esta época (junio de 1881) pide a Overbeek que le saque de la biblioteca de Basilea, entre otros libros, «el tomo de Kuno Fischer sobre Spinoza». Ya Nietzsche había sacado tiempo atrás de la biblioteca la «Historia de la nueva filosofía», del profesor heidelbergense de filosofía Kuno Fischer (1824-1907), así como sus conferencias de 1860, «Vida y obra de Kant» e «I. Kant, desarrollo, historia y sistema de la filosofía crítica»; su conocimiento de Kant lo obtuvo, sobre todo, a través de Fischer. Probablemente entonces conociera también la exposición de Fischer de la filosofía del solitario Baruch Spinoza, rechazado por su comunidad judía a causa de sus ideas herético- ilustradoras. Ahora vuelve a tomar ese libro, la segunda parte del primer tomo, que contiene la «Escuela de Descartes» y, precisamente, «Spinoza». Overbeck procuró todo ello a vuelta de correo; Nietzsche comenzó inmediatamente a leerlo y el 30 de julio hace a Overbeck, en una tarjeta postal, esta importante confesión: «¡Estoy totalmente admirado, totalmente fascinado! ¡Tengo un predecesor, y vaya uno! Casi no conocía a Spinoza: lo que ahora me llevó a él fue una 'acción instintiva'. No sólo su orientación general es semejante a la mía -hacer del conocimiento el afecto más poderoso-, sino que, además, yo mismo me reconozco en cinco puntos fundamentales de su doctrina; este pensador, el más anómalo y solitario, me resulta más cercano en lo siguiente: niega la libertad-; los fines--; el orden ético del mundo-; la falta de egoísmo-; el mal-; aunque es verdad que las disparidades son grandes, se debe más bien a diferencias de tiempo, de cultura, de ciencia. In summa: mi soledad, que a menudo, como sucede sobre las cimas muy altas, me producía sofocos y hacía que la sangre afluyera por todas partes, resulta ahora, al menos, compartida con otro» (4).
Cinco años más tarde, ese exaltado entusiasmo por Bruno y Spinoza, sus vidas y sus obras, se trastoca, para Nietzsche, en desencanto e indignado desengaño, tal y como puede interpretarse de lo que escribe en Más allá del bien y el mal (1886), la obra que mejor explica Así habló Zaratustra:
"Estos expulsados de la sociedad, estos perseguidos durante mucho tiempo, hostigados de manera perversa, - también los eremitas a la fuerza, los Spinoza o los Giordano Bruno - acaban siempre convirtiéndose, aunque sea bajo la mascarada más espiritual, y tal vez sin que ellos mismos lo sepan, en refinados rencorosos y envenenadores (¡exhúmese alguna vez el fundamento de la ética y de la teología de Spinoza!), - para no hablar de esa majadería que es la indignación moral, la cual, en un filósofo, es el signo infalible de que ha perdido el humor filosófico. El martirio del filósofo, su «sacrificarse por la verdad», saca a luz por fuerza la parte de agitador y de comediante que se hallaba escondida dentro de él; y suponiendo que hasta ahora sólo se haya contemplado al filósofo con una curiosidad artística, puede resultar ciertamente comprensible, con respecto a más de uno de ellos, el peligroso deseo de verlo también alguna vez en su degeneración (degenerado en «mártir», en vocinglero del escenario y de la tribuna). Sólo que quien abrigue ese deseo tiene que saber con claridad qué es lo que, en todo caso, logrará ver aquí: - únicamente una comedia satírica, únicamente una farsa epilogal, únicamente la permanente demostración de que la tragedia prolongada y auténtica ha terminado: presuponiendo que toda filosofía naciente haya sido una tragedia prolongada. -" (Más allá del bien y el mal, II, El espíritu libre, 25. Ver también: 5, 13, 198) (5).
¿Qué provocó, en esos cinco años, esa radical trasformación existencial y filosófica en Nietzsche?
La vida y la obra de Nietzsche, como él lo explicó y como su biografía lo demuestra, están unidas hasta el punto de poder considerarlas como una y única materia, como lo prueba en su postrer Ecce homo.
Sin embargo, es necesario reconocer que fueron sucesos y eventos específicos y extraordinarios, que el mismo Nietzsche anota en sus obras y correspondencia, los que determinaron las grandes trasformaciones en su desarrollo existencial y en sus propuestas filosóficas, los que, a su vez, le provocaron la compulsión de escribir sus obras.
Así que, si bien es una coincidencia el hecho de que, al encontrarse Nietzsche con Lou, a principios de la primavera de 1882, él, que estaba interesado en Spinoza desde junio de 1881 y que el 6 de agosto de ese mismo año, junto a la roca de Surlej, se le había ocurrido la primera concepción, "aquel pensamiento" que será esencial en Así habló Zaratustra, coincidiera con que, también, para ese momento, Lou ya había inspirado su pensamiento filosófico y asumido para su proyecto de vida, las ideas de Spinoza, las que desarrollará de forma propia y original hasta el final de su vida, como lo anota Pilar García Pardo en su estudio sobre Lou:
"Lou empezó en Rusia, y continuó en Zurich, una profunda lectura de Spinoza, que la atrajo especialmente, sintiendo que su filosofía coincidía en gran parte con las ideas que ella se había ido elaborando desde la infancia.
Asume la equivalencia entre naturaleza y Dios. El Dios de Spinoza estaría del lado de Dios en su función simbólica. Ese Dios cuyas leyes son las de la naturaleza, no son transgredibles. Es un Dios asimilado a lo puramente simbólico, a la virtud significante. A ese Dios el hombre no puede complacer ni disgustar, por ello no requiere sacrificios.
Siguiendo esta línea de pensamiento, Lou aún con ese espíritu místico, religioso, fue tan crítica con todas las prácticas religiosas.
(...)
Lou estudió con Gillot al principio historia y filosofía de la religión, más tarde lecturas de filosofía. Su relación fue de discípula, colaboradora y amante platónica. Con Gillot estudió a Kant, a Spinoza, que se convertiría en su filósofo de referencia, y a los filósofos moralistas franceses. Se familiarizó con todas estas lecturas de tal forma que sorprenderá más adelante a Paul Rée y a Nietzsche" (6).
Fue precisamente esa mutua admiración por Spinoza la que atrajera la atención y admiración de Lou por Paul Rée, a quien ya en 1877 habían llamado "el joven Spinoza", en la reseña de una de sus obras, como también lo anota Pilar García Pardo en su estudio sobre Lou:
"En uno de los comentarios de la época a El origen de los sentimientos morales, aparecido en la Gaceta literaria (Literaturzeintug) de Jena, el 13 de octubre de 1877, llamaban a Rée el joven Spinoza, por la gran similitud de sus ideas" (7).
Para mayores coincidencias, fue Paul Rée quien atrajera la atención de Nietzsche sobre Lou, lo que también se convirtió en motivo de rencores y conflictos, por haber sido Rée el primero en conocerla y en haberse enamorado de ella.
Es también significativo el que Lou, en su novela de 1884, En lucha por Dios (Im Kampf un Gott, 1884), le da el nombre de Kuno (¿Fisher?), a uno de los protagonistas.
Kuno, junto con Rudolph, son los protagonistas de la novela de Lou: En lucha por Dios (Im Kampf un Gott, 1884) y son esos dos personajes a los que los biógrafos consideran que representan a Nietzsche y Paul Rée, respectivamente, como lo afirma Pilar García Pardo en su estudio sobre Lou:
"En esta novela los dos personajes, Kuno y Rudolph, encarnan las dos posiciones ateas y opuestas de Nietzsche, escéptico y pasional, y de Paul Rée, agnóstico, racional y resignado, con una visión desencantada y negativa de la vida, mientras el personaje que representa a Nietzsche es un buscador de nuevos dioses en sus experiencias vitales, un ateísmo místico.
Kuno, personaje que representa a Nietzsche, hijo de un pastor y filósofo, está marcado por una educación religiosa. Aún cuando su fe desaparece ante la razón, conserva siempre el imaginario religioso que ha centrado su vida. En este aspecto, Lou coincide con su personaje, se representa también a sí misma. Dios impregna a pesar de la no fe, toda la vida. Una religión que supone un combate, la lucha por el culto a la vida, como lo más sagrado que yace en lo más profundo de la existencia, lo cual supone la inaccesibilidad de cualquier hombre hacia esta mujer. Y la admiración con que la hija de Kuno le trata, como la misma Lou con su padre, así como ese final de amor imposible, que concluye la novela, y que Lou creía para si" (8).
Lo que ya deja de ser coincidencia, para convertirse en causas, son los eventos que se sucedieron para Nietzsche a partir del instante en el que mira por primera vez a Lou en la Iglesia de San Pedro, en Roma, y es asaltado, en un acontecimiento cósmico, por el enamoramiento:
"¿De qué estrellas venimos y hemos caído para encontrarnos aquí?" (9).
Como ya lo he mostrado en mis otros textos, Nietzsche fue poseído por los "furores" del enamoramiento, ese estro amoroso y creativo que lo hará caer en la compulsión de escribir Así habló Zaratustra, obra en la que, además de su "filosofía del futuro", explora los misterios del enamoramiento y del estro amoroso y creativo, que se le desató por Lou.
Enamoramiento y estro amoroso y creativo que Nietzsche investiga a partir de las afecciones, los afectos, las pasiones, las alegrías, los deseos, la voluntad, etc., spinozianas, tal y como empieza por planteárselo en Así habló Zaratustra, De las alegrías y las pasiones. Comparo, a manera de uno entre muchos otros ejemplos, lo que escriben Spinoza y Nietzsche sobre los afectos .
Esto es lo que escribe Spinoza sobre los afectos en el Prefacio de la Ética, Parte tercera: Del origen y naturaleza de los afectos:
"La mayor parte de los que han escrito acerca de los afectos y la conducta humana, parecen tratar no de cosas naturales que siguen las leyes ordinarias de la naturaleza, sino de cosas que están fuera de ésta. Más aún: parece que conciben al hombre, dentro de la naturaleza, como un imperio dentro de otro imperio. Pues creen que el hombre perturba, más bien que sigue, el orden de la naturaleza que tiene una absoluta potencia sobre sus acciones y que sólo es determinado por sí mismo. Atribuyen además la causa de la impotencia e inconstancia humanas, no a la potencia común de la naturaleza, sino a no sé qué vicio de la naturaleza humana, a la que, por este motivo, deploran, ridiculizan, desprecian o, lo que es más frecuente, detestan; y se tiene por divino a quien sabe denigrar con mayor elocuencia o sutileza la impotencia del alma humana" (Ética, III, Prefacio).
A lo que Nietzsche y a su manera, expresa:
"Harías mejor en decir: «inexpresable y sin nombre es aquello que constituye el tormento y la dulzura de mi alma, y que es incluso el hambre de mis entrañas» (Así habló Zaratustra, I).
Unas líneas más adelante, Nietzsche, conecta con los tiempos felices del enamoramiento, en clara referencia al Libro de Stibbe, el mismo que ellos llamaron, en su momento: Libro del Nido de Stibbe:
"Pero ese pájaro ha construido en mí su nido: por ello lo amo y lo aprieto contra mi pecho, - ahora incuba en mí sus áureos huevos» (Así habló Zaratustra, I).
Para concluir planteándose, entre otros afectos, las agonías que sufre el enamorado por el "veneno" de los celos, de los que escribe Spinoza:
"PROPOSICIÓN XXXV
Si alguien imagina que la cosa amada se une a otro con el mismo vínculo de amistad, o con uno más estrecho, que aquel por el que él solo la poseía, será afectado de odio hacia la cosa amada, y envidiará a ese otro".
Lo que aclara y amplia en el Escolio de la misma proposición, llevando su explicación hasta lo escatológico "en el amor hacia la hembra":
"Escolio: Este odio hacia una cosa amada, unido a la envidia, se llama celos; que, por ende, no son sino una fluctuación del ánimo surgida a la vez del amor y el odio, acompañados de la idea de otro al que se envidia. Además, ese odio hacia la cosa amada será mayor, en proporción a la alegría con la que solía estar afectado el celoso por el amor recíproco que experimentaba hacia él la cosa amada, y también en proporción al afecto que experimentaba hacia aquel que imagina unido a la cosa amada. Pues si lo odiaba, por eso mismo odiará a la cosa amada (por la Proposición 24 de esta Parte), ya que imagina que ésta afecta de alegría a lo que él odia, y también (por el Corolario de la Proposición 15 de esta Parte) porque se ve obligado a unir la imagen de la cosa amada a la imagen de aquel que odia. Esta última razón se da generalmente en el amor hacia la hembra: en efecto, quien imagina que la mujer que ama se entrega a otro, no solamente se entristecerá por resultar reprimido su propio apetito, sino que también la aborrecerá porque se ve obligado a unir la imagen de la cosa amada a las partes pudendas y las excreciones del otro; a lo que se añade, en fin, que el celoso no es recibido por la cosa amada con el mismo semblante que solía presentarle, por cuya causa también se entristece el amante, como mostraré en seguida" (Ética, III).
Celos que Nietzsche expresa así:
"Celosa está cada virtud de la otra, y cosa horrible son los celos. También las virtudes pueden perecer de celos.
Aquel a quien la llama de los celos lo circunda acaba volviendo contra sí mismo el aguijón envenenado, igual que el escorpión.
Ay, hermano mío, ¿no has visto nunca todavía a una virtud calumniarse y acuchillarse a sí misma?
El hombre es algo que tiene que ser superado: y por ello tienes que amar tus virtudes, - pues perecerás a causa de ellas" (Así habló Zaratustra, I, De las alegrías y las pasiones).
Esos eventos de la primavera y el verano de 1882 y de otros tiempos posteriores, requieren una mínima exploración e interpretación y, en ellas, serán Spinoza y las ideas spinozianas de Lou sobre Dios-Naturaleza, la religión, el cuerpo, etc., las que determinarán la escritura de Así habló Zaratustra, ese libro que es excepcional en la obra de Nietzsche, así como también serán las que permitan esclarecer la exploración que Nietzche realiza sobre su propio enamoramiento y sobre su estro amoroso y creativo.
En primer lugar, aquellos fueron los temas de conversación y formación que intercambiaron Nietzsche y Lou en los encuentros, apuntes y correspondencia, que sostuvieron e intercambiaron durante la primavera y el verano de 1882.
En la cuarta y quinta partes de la Gaya ciencia, escritas cuando ya Nietzsche se había enamorado de Lou, se pueden encontrar las evidencias de ese impacto y, lo que es más asombroso, allí se presenta la primera formulación del eterno retorno, el nacimiento de Así habló Zaratustra y la primera anticipación de lo que sería "la filosofía del futuro". Además, en esas dos partes de la Gaya ciencia, Spinoza y sus ideas, son tratados con especial énfasis, tal el caso de los aforismos 333, 349, 354 y 372. Esas ideas, junto con otras, son materia esencial en Así habló Zaratustra.
En segundo lugar, Así habló Zaratustra es un libro excepcional, en todos los sentidos, en la obra de Nietzsche, porque, si bien, él escribió poemas y ditirambos, fue sólo en ese en el que se propuso escribir un gran poema con todas las características de los grandes poemas de la tradición antigua y reciente: Homero, Virgilio, Dante, Hölderlin, entre tantos otros y que, así no sea por su equiparación poética, será su valor filosófico y posterior influencia, lo que permita tal comparación.
Es muy probable que para Nietzsche el deseo de escribir un gran poema lo hubiera asaltado ya en la época de su enamoramiento y posterior tragedia amorosa con Cósima Wagner, como puede abducirse de lo que escribe Curt Paul Janz:
"En el fragmento sobre Empédocles, Nietzsche, cita muy especialmente las leyendas sobre la autodivinización de Empédocles y su muerte en el Etna, leyendas que ya el tiempo ilustrado de Diógenes Laercio narra sólo como curiosidad. Separándose completamente de la tradición y yendo mucho más allá de los límites de la elaboración del tema, tal como se encuentra en el fragmento de Hölderlin (en relación a cuyo Empédocles, extrañamente, no puede encontrarse referencia alguna), da por compañera a su Empédocles, junto a su amado Pausanias, que también le reconocen Diógenes Laercio y Hölderlin, a una tal "Corina". Existe una Corina histórica, fue una poetisa beocia que vino a Tesalia y según la leyenda habría sido maestra de Píndaro y le habría vencido en una competición poética. En cualquier caso se trataba de una mujer altamente intelectual.
Y con ello comienza la simbólica personal que habría de acompañar a Nietzsche toda la vida, incluso hasta en la locura. Empédocles se convierte más tarde en Dionisos, Corina en Ariadna. Empédocles es un disfraz de sí mismo, y bajo Corina / Ariadna habría que suponer ya ahora, en el otoño de 1870, a Cósima" (10).
¿Pudo haber sido Hölderlin, su Empédocles, su Hiperión, sus poemas, el modelo y el palimpsesto sobre el que Nietzsche escribe Así habló Zaratustra?
Nietzsche, refiriéndose a Spinoza, ya había hecho, diez o doce años antes de escribir Así habló Zaratustra, una consideración sobre matemática, expresión estética, filosofía, ciencia y arte, pero no le dio ningún desarrollo. ¿Podría haber estado pensando en el poema de su tragedia amorosa con Cósima?, es imposible saberlo. Esto fue lo que escribió en sus textos de estética:
"La belleza y la sublimidad de una construcción del mundo (alias filosofía) deciden actualmente sobre su valor, es decir, es juzgada como arte. ¡Su forma se modificará, probablemente! La rígida fórmula matemática (como en Spinoza), que causó una impresión tan tranquilizadora en Goethe, ya sólo tiene legitimidad como medio de expresión estética (Nietzsche, 1999: §426, p. 170; Verano de 1872-principio de 1873, 19 [51]) (11).
Ahora bien, lo que si puede interpretarse de aquellos antecedentes es que esa simbólica personal será traspuesta por Nietzsche en la Lou / Ariadna, a la que no se llama por su nombre en Así habló Zaratustra, pero, a la que, en los manuscritos originales, si se la nomina, tal y como lo anota Andrés Sánchez Pascual en su traducción de Así habló Zaratustra:
"Del gran anhelo: Otro título anotado por Nietzsche en sus manuscritos para este apartado era el de Ariadna, al que correspondía más adelante otro apartado titulado Dioniso (que ahora es Los siete sellos)".
Una Lectura Lúdica de estos dos discursos muestran una estrecha conexión y correspondencia con momentos y estados del enamoramiento y el estro amoroso y creativo.
Son Cósima / Ariadna o Lou / Ariadna, o ambas confundidas en una, las que, convertidas en enigma, desafían su desvelamiento en Ecce homo:
"Nada igual se ha compuesto nunca, ni sentido nunca, ni sufrido nunca: así sufre un dios, un Dionisios. La respuesta a este ditirambo del aislamiento solar en la luz sería Ariadna... ¡Quién sabe, excepto yo, qué es Ariadna! De todos estos enigmas nadie tuvo hasta ahora la solución, dudo que alguien viera siquiera aquí nunca enigmas. - Zaratustra define en una ocasión su tarea –es también la mía con tal rigor que no podemos equivocarnos sobre el sentido: dice sí hasta llegar a la justificación, hasta llegar incluso a la redención de todo lo pasado" (Ecce Homo).
Al fin habían confluido una protagonista y una original materia filosófica necesarias para el gran poema de Zaratustra.
Pero, aun más allá de los enigmas y las confluencias, para asentar mi hipótesis descabellada, lo que también se propone Nietzsche con la escritura de Así habló Zaratustra, es trasformarse él mismo en "un Super-Spinoza" y escribir una propia Ética en forma de poema. Un poema y una Ética con las que, además, fuera capaz de hacerle olvidar a Lou su admiración por Spinoza, para que así lo tuviera a él como a su nuevo maestro, el guía de sus pensamientos y vida, un motivo para ser su amado.

4. La filosofía geométrica

Por ello y de acuerdo con su naturaleza, carácter y para sus propósitos, Nietzsche no escribirá un filosófico y geométrico manual spinoziano, sino un apasionado y profético poema apocalíptico sobre la muerte de Dios, el eterno retorno, el advenimiento del superhombre y sobre el poder del verdadero conocimiento.
Para fundir e inflamar la fría exposición geométrica de Spinoza, Nietzsche inspira el profético y apocalíptico tono de Zaratustra en la encendida palabra de Giordano Bruno, "El Nolano", en sus Diálogos italianos.
Es curioso, por no decir más, el que Bruno se burla con evidente ironía de los geómetras en su diálogo italiano, Expulsión de la bestia triunfante:
"- Dejemos estos revestimientos -dijo Momo- y pasemos rápidamente a ver qué se debe hacer con el Triángulo o Delta". Palas, la que porta el escudo, respondió: "- Me parece digno de ser puesto en las manos del cardenal de Cusa para que vea si con él puede liberar a los impedidos geómetras de la enojosa búsqueda de la cuadratura del círculo, regulando el círculo y el triángulo con ese divino principio suyo de la conmesuración y coincidencia de las figuras máxima y mínima, esto es, de aquella que consta del mínimo y de aquella otra que consta del máximo número de ángulos. Dibújese, pues, este triángulo con un círculo que lo comprenda y con otro círculo comprendido por él ..." (12).
A lo que sigue la irónica demostración y, por supuesto, la burla al papel de los geómetras y a su estulticia persistente que pretende encontrar en la cuadratura del círculo la demostración para aquellos asuntos sobre los que Bruno polemiza en el diálogo:
"- Determínese ya de una vez -dijo Júpiter- qué queremos colocar en ese lugar". Y Minerva respondió: "- Me parece que allí estará bien la Fe y la Sinceridad, sin la cual todo acuerdo es confuso y dudoso, toda relación se disuelve y se destruye toda convivencia. Ved a qué está reducido el mundo por haber hecho costumbre aquello de que para reinar no se guarda la fe, junto con eso otro de que a los infieles y a los herejes no se les guarda la fe y aquello de "rómpase la fe dada a quien la rompe (...)" (13).
En vista de lo anterior, ¿no sería curioso abducir el que Spinoza subtitulara su Ética: "demostrada según el orden geométrico", como una referencia al diálogo de Bruno y con la intención de satirizar, en evidente mofa, el fraudulento uso de la exactitud de la ciencia por parte de aquellos que la utilizaban para demostrar lo indemostrable de sus argumentos teológicos, al mismo tiempo que demuestra cual es el verdadero poder y uso del entendimiento? Vaya uno a saber.

5. El teorema de Nietzsche

Lo cierto del caso es que pueden considerarse los planteamientos de Nietzsche sobre la muerte de Dios, el eterno retorno, el advenimiento del superhombre, el poder del verdadero conocimiento y la voluntad de poder, como si tratara de plantear y demostrar su propio teorema spinoziano.
Ese es el mismo teorema que Spinoza demuestra en su Ética y al que Nietzsche, anunciándolo como profético Apocalipsis, llevará hasta sus últimas consecuencias:
"En otro tiempo el delito contra Dios era el máximo delito, pero Dios ha muerto y con Él han muerto también esos delincuentes. ¡Ahora lo más horrible es delinquir contra la tierra y apreciar las entrañas de lo inescrutable más que el sentido de la tierra!" (Así habló Zaratustra, Prólogo, 3).
Este teorema se plantea así: en la Ética, de Spinoza, parte primera: De Dios, se pueden encontrar las correspondencias y conexiones con el "Dios ha muerto" y el eterno retorno de Zaratustra.
En primer lugar, el Dios de Spinoza ya no es el mismo Dios del judeo-cristianismo:
"VI.—Por Dios entiendo un ser absolutamente infinito, esto es, una substancia que consta de infinitos atributos, cada uno de los cuales expresa una esencia eterna e infinita" (Ética, I, Definiciones).
Para luego demostrar su no existencia y, por tanto, que ese "Dios, ha muerto", según el axioma:
"VII. - La esencia de todo lo que puede concebirse como no existente no implica la existencia" (Ética, I, Axiomas).
Segundo, el eterno retorno, se corresponde con la definición VIII y su explicación:
"VIII.—Por eternidad entiendo la existencia misma, en cuanto se la concibe como siguiéndose necesariamente de la sola definición de una cosa eterna.
Explicación: En efecto, tal existencia se concibe como una verdad eterna, como si se tratase de la esencia de la cosa, y por eso no puede explicarse por la duración o el tiempo, aunque se piense la duración como careciendo de principio y fin" (Ética, I, Definiciones).
Eterno retorno que Nietzsche ya había enunciado en el aforismo 341 de la Gaya Ciencia y que desarrollará en Así habló Zaratustra, III, De la visión y enigma:
"341. La carga más pesada. ¿Qué dirías si un día o una noche se introdujera furtivamente un demonio en tu más honda soledad y te dijera: "Esta vida, tal como la vives ahora y como la has vivido, deberás vivirla una e innumerables veces más; y no habrá nada nuevo en ella, sino que habrán de volver a ti cada dolor y cada placer, cada pensamiento y cada gemido, todo lo que hay en la vida de inefablemente pequeño y de grande, todo en el mismo orden e idéntica sucesión, aun esa araña, y ese claro de luna entre los árboles, y ese instante y yo mismo. Al eterno reloj de arena de la existencia se lo da vuelta una y otra vez y a ti con él, ¡grano de polvo del polvo!"? ¿No te tirarías al suelo rechinando los dientes y maldiciendo al demonio que así te hablara? ¿O vivirías un formidable instante en el que serías capaz de responder: "Tú eres un dios; nunca había oído cosas más divinas"? Si te dominara este pensamiento, te transformaría, convirtiéndote en otro diferente al que eres, hasta quizás torturándote. ¡La pregunta hecha en relación con todo y con cada cosa: "¿quieres que se repita esto una e innumerables veces más?" pesaría sobre tu obrar como la carga más pesada! ¿De cuánta benevolencia hacia ti y hacia la vida habrías de dar muestra para no desear nada más que confirmar y sancionar esto de una forma definitiva y eterna?" (Gaya ciencia).
Tercero, en el Prefacio de la quinta y última parte de la Ética, Spinoza anuncia el camino que que conduce al hombre superior:
"Paso, por fin, a esta última Parte de la Ética, que trata de la manera de alcanzar la libertad, es decir, del camino para llegar a ella. En esta Parte me ocuparé, pues, de la potencia de la razón, mostrando qué es lo que ella puede contra los afectos, y, a continuación, qué es la libertad del alma, o sea la felicidad; por todo ello, veremos cuánto más poderoso es el sabio que el ignaro".
(...)
"Aquí trataré, como he dicho, solamente de la potencia del alma, o sea, de la razón, y mostraré ante todo la magnitud y características de su imperio sobre los afectos, en orden a regirlos y reprimirlos".
(...)
"Así, pues, dado que la potencia del alma, como más arriba he mostrado, se define por la sola capacidad de conocer, los remedios contra los afectos —remedios que todos conocen por experiencia, pero que, según creo, no observan cuidadosamente ni comprenden con distinción— los determinaremos por el solo conocimiento del alma, y de dicho conocimiento deduciremos todo lo que concierne a su felicidad" (Ética, V, Prefacio).
Lo que necesariamente se corresponde con el superhombre que anuncia Nietzsche:
"El superhombre es el sentido de la tierra. Diga vuestra voluntad: ¡sea el superhombre el sentido de la tierra!" (Así habló Zaratustra, Prólogo, 3).
El superhombre de Nietzsche se corresponde mucho mejor con la evolución que Spinoza propone para su hombre superior que con el evolucionismo darwiniano idealizado de la época y que Nietzsche criticó hasta con burla:
"Habéis recorrido el camino del gusano al hombre, y en vosotros hay todavía mucho de gusano. En tiempos erais monos, y todavía ahora el hombre es más mono que ningún otro mono" (Así habló Zaratustra, Prólogo, 3).
En este contexto, la definición de cuerpo y su evolución para Spinoza:
"I.—Entiendo por cuerpo un modo que expresa de cierta y determinada manera la esencia de Dios, en cuanto se la considera como una cosa extensa; ver el Corolario de la Proposición 25 de la Parte I" (Ética, II, Definiciones).
Para Nietzsche la evolución spinoziana es:
"El cuerpo creador se creó el espíritu como una mano de su voluntad" (Así habló Zaratustra, I, De los despreciadores del cuerpo).
Para luego advertir:
"Tú quieres ir a la altura libre, tu alma tiene sed de estrellas. Pero también tus malos instintos tiene sed de libertad" (Así habló Zaratustra, I, Del árbol de la montaña).
Se podría pensar que Nietzsche parodia a Spinoza al proponer un superhombre libre por el poder del entendimiento (Ética, I, Proposición XXXI), con todo y sus buenos y malos instintos, porque él mismo es la causa necesaria de sí mismo (Ética, I, Proposición XXXII), como lo escribe en los apuntes de La voluntad de poder:
"La cualidades de la vida -la injusticia, la mentira, el saqueo- se dan con mayor grado en los grandes hombres" (La voluntad de poder).
Un superhombre libre del bien y del mal, porque al fin y al cabo, para Spinoza, en la naturaleza no hay ni bien ni mal:
"Mas para mostrar ahora que la naturaleza no tiene fin alguno prefijado, y que todas las causas finales son, sencillamente, ficciones humanas, no harán falta muchas palabras" (Ética, I, Apéndice).
Sólo se puede hablar de aquello que es bueno o malo, como Spinoza lo explica en el escolio de la Proposición IX:
"Así pues, queda claro, en virtud de todo esto, que nosotros no intentamos, queremos, apetecemos ni deseamos algo porque lo juzguemos bueno, sino que, al contrario, juzgamos que algo es bueno porque lo intentamos, queremos, apetecemos y deseamos". (Ética, III).
Cuarto: En fin y en total, una teoría del conocimiento que para Spinoza son los tres géneros del conocimiento: empírico, racional e intuitivo y que para Nietzsche son:
"Tres transformaciones del espíritu os menciono: cómo el espíritu se convierte en camello, y el camello en león, y el león, por fin, en niño" (Así habló Zaratustra, I, De las tres trasformaciones).
Tres transformaciones del espíritu que Nietzsche identifica: "Tú debes", "Yo quiero" y "decir sí", para de esa manera, del poder del conocimiento a la voluntad de poder, lo que en Spinoza es:
"PROPOSICIÓN XLIX
En el alma no se da ninguna volición, en el sentido de afirmación y negación, aparte de aquella que está implícita en la idea en cuanto que es idea.
Corolario: La voluntad y el entendimiento son uno y lo mismo.
Demostración: La voluntad y el entendimiento no son sino las mismas voliciones e ideas singulares (por la Proposición 48 de esta Parte y su Escolio). Ahora bien: una volición singular y una idea singular son uno y lo mismo (por la Proposición anterior). Luego la voluntad y el entendimiento son uno y lo mismo. Quod erat demostradum" (Ética, II).
Y que, para Nietzsche es:
"¿Voluntad de verdad» llamáis vosotros sapientísimos, a lo que os impulsa y os pone ardorosos?
Voluntad de volver pensable todo lo que existe: ¡así llamo yo a vuestra voluntad!
Ante todo queréis hacer pensable todo lo que existe: pues dudáis, con justificada desconfianza, de que sea pensable.
¡Pero debe amoldarse y plegarse a vosotros! Así lo quiere vuestra voluntad. Debe volverse liso y someterse al espíritu, como su espejo y su imagen reflejada.
Ésa es toda vuestra voluntad, sapientísimos, una voluntad de poder, y ello aunque habléis del bien y del mal y de las valoraciones.
Queréis crear el mundo ante el que podáis arrodillaros: ésa es vuestra última esperanza y vuestra última ebriedad" (Así habló Zaratustra, II, De la superación de sí mismo).
En fin... se es lo que se decide ser.

6. La poética geométrica

Que lo dicho y mucho más que no se ha dicho, fue así, se puede abducir a partir de las correspondencias y conexiones que pueden establecerse entre la geométrica exposición spinoziana y la que Nietzsche emplea para la exposición de sus propias definiciones, axiomas, proposiciones, postulados, corolarios, lemas, demostraciones, afecciones, etc., tomadas, traspuestas y tratadas a su manera poética y profética a partir de las mismas formas de Spinoza en su Ética. Por supuesto, Nietzsche tratará estos asuntos en el marco de sus experiencias y de los conocimientos científicos y naturales de su época y sobre los cuales él estaba interesado al mismo tiempo que sobre Spinoza, igual que Spinoza lo hizo en la suya.
En su poema, Nietzsche radicaliza, con ferviente tono poético y profético, las propuestas de Spinoza y sigue, casi al pie de la letra, el geométrico modelo spinoziano. Con las ideas del modelo geométrico de reflexión filosófica spinoziano, propone un perentorio, heroico y trágico, programa de acción.
Esto se podrá abducir de una lectura comparada de la Ética y de Así habló Zaratustra, como lo hago a continuación conectando algunos mínimos ejemplos sobre los asuntos de Dios, la naturaleza, del cuerpo, el alma, los afectos y el conocimiento.
Por ejemplo, Spinoza, en la primera parte de su Ética, explica la naturaleza de Dios, por su parte, Nietzsche, en el Prólogo y en los Discursos de la primera parte de Así habló Zaratustra, trata de la muerte de Dios y del advenimiento del superhombre.
A continuación, Spinoza, en la segunda parte, explica De la naturaleza y origen del alma, lo que se correspondería, también con el Prólogo y los discursos de la primera parte de Así habló Zaratustra.
Debo aclarar que, Nietzsche, en Así habló Zaratustra, plantea sus definiciones en el Prólogo y discursos de la primera parte, y luego y hasta el fin, va formulando sus sus axiomas, proposiciones, demostraciones, etc., en un modelo geométrico, poético y profético, "más allá" de la geometría spinoziana.
Sobre el alma y el cuerpo, esto expresa Spinoza:
"PROPOSICIÓN XII
Todo cuanto acaece en el objeto de la idea que constituye el alma humana debe ser percibido por el alma humana o, lo que es lo mismo, habrá necesariamente una idea de ello en el alma. Es decir: si el objeto de la idea que constituye el alma humana es un cuerpo, nada podrá acaecer en ese cuerpo que no sea percibido por el alma" (Ética, II).
Esto que expresa Nietzsche:
"En otro tiempo el alma miraba al cuerpo con desprecio: y ese desprecio era entonces lo más alto: - el alma quería el cuerpo flaco, feo, famélico. Así pensaba escabullirse del cuerpo y de la tierra" (Así habló Zaratustra, I, Prólogo).
Luego, Spinoza, en la parte tercera de la Ética, trata Del origen y naturaleza de los afectos, lo que Nietzsche define en los discursos de la primera parte, tal el caso en De los despreciadores del cuerpo y en De las alegrías y las pasiones, y que continúa tratando en el resto de esa primera parte y en la segunda.
En el prefacio de la parte tercera de la Ética, Del origen y naturaleza de los afectos, Spinoza expresa sus opiniones sobre lo que se debe conocer de los afectos y actos humanos:
"Ahora quiero volver a los que prefieren, tocante a los efectos y actos humanos, detestarlos y ridiculizarlos más bien que entenderlos" (Ética, III, prefacio).
Lo que Nietzsche expresa en el discurso De los despreciadores del cuerpo:
"A los despreciadores del cuerpo quiero decirles mi palabra. No deben aprender ni enseñar otras doctrinas, sino tan sólo decir adiós a su propio cuerpo - y así enmudecer" (Así habló Zaratustra, I, De los despreciadores del cuerpo).
Continuando con esta mínima comparación entre las propuestas de Spinoza sobre el cuerpo, el alma y los afectos y la interpretación realizada por Nietzsche, además de lo ya citado sobre los celos, esto es lo que dice Spinoza en la Proposiciones XV y XVI, de la segunda parte:
"PROPOSICIÓN XV
La idea que constituye el ser formal del alma humana no es simple, sino compuesta de muchísimas ideas" (Ética, II).
"PROPOSICIÓN XVI
La idea de la afección, cualquiera que ésta sea, en cuya virtud el cuerpo humano es afectado por los cuerpos exteriores, debe implicar la naturaleza del cuerpo humano y, a un tiempo, la del cuerpo exterior" (Ética, II).
Sobre lo que Nietzsche expresa:
"El cuerpo es una gran razón, una pluralidad dotada de un único sentido, una guerra y una paz, un rebaño y un pastor.
Instrumento de tu cuerpo es también tu pequeña razón, hermano mío, a la que llamas «espíritu», un pequeño instrumento y un pequeño juguete de tu gran razón" (Así habló Zaratustra, I, De los despreciadores del cuerpo).
Ahora y continuando con la comparación del orden y la trasposición del modelo geométrico de la escritura de Spinoza y Nietzsche.
Escribe Spinoza:
"PROPOSICIÓN XVII
Si el cuerpo humano experimenta una afección que implica la naturaleza de algún cuerpo exterior, el alma humana considerará dicho cuerpo exterior como existente en acto, o como algo que le está presente, hasta que el cuerpo experimente una afección que excluya la existencia o presencia de ese cuerpo" (Ética, II).
Paralelismo que es llevado por Nietzsche en su escritura hasta la casi fidelidad al orden en el cual Spinoza escribió, pero un paso "más allá". Véase su trasposición a la anterior Proposición:
"Lo que el sentido siente, lo que el espíritu conoce, eso nunca tiene dentro de sí su final. Pero sentido y espíritu querrían persuadirte de que ellos son el final de todas las cosas: tan vanidosos son.
Instrumentos y juguetes son el sentido y el espíritu: tras ellos se encuentra todavía el sí-mismo. El sí-mismo busca también con los ojos de los sentidos, escucha también con los oídos del espíritu" (Así habló Zaratustra, I, De los despreciadores del cuerpo).
En su geométrica exposición, Spinoza trata, en las partes cuarta de su Ética, De la servidumbre humana o de la fuerza de los afectos y en la quinta, Del poder del entendimiento o de la libertad humana, los mismos asuntos que Zaratustra se ha propuesto legar a los hombres en la tercera y cuarta parte de Así habló Zaratustra, cuando ya Zaratustra ha renunciado a todo y se inmola.
Y, para concluir, por ahora y contemplando una hipotética visión, se me ocurre imaginar: si a partir de la Ética y de Así habló Zaratustra, se dibujaran las figuras del orden geométrico que Spinoza invoca para su Ética y la que Nietzsche reproduce a su manera, es muy posible que en ellas se podrían mirar las conexiones, correspondencias y, no sé hasta que punto, las simetrías, existentes entre ambas obras.
Pero, ese sí que es un trabajo de inmensas proporciones.

7. La vida después del enamoramiento

Para añadir una nota algo frívola y una explicación seria a todo lo anterior:
Los asuntos del enamoramiento y del estro amoroso y creativo, han sido motivo de perturbación para la "normalidad" social, ya que las gentes, cuando no están enamoradas, critican y rechazan esa explosión que los trastorna y a la que quieren controlar con sus informales pero poderosos mecanismos de represión.
El enamoramiento de Nietzsche también fue afectado por chismes, rumores e intrigas. La posteridad, lo censuró.
Así que, para no desentonar y a manera de chisme, se me ocurre pensar que Nietzsche, al escribir las dos primera partes de Así habló Zaratustra, en 1883, todavía conservaba la ilusión de reconciliarse y atraer a Lou hacia el proyecto (de Nietzsche) y "sueño" (de Lou) de aquella comunidad "más allá del bien y el mal", que en un principio quisieron conformar ellos dos y Paul Rée.
Después y cuando ya no era posible reconciliarse, porque el propio Nietzsche se culpa de haber cometido algo imperdonable, escribe las dos últimas partes del libro, en 1884 y 1885, respectivamente, y luego de haber leído, con disgusto, la novela de Lou: En lucha por Dios (Im Kampf un Gott, 1884), que son ya el canto agonizante del enamorado y de su inmolación en beneficio de su obra:
"¡Yo aspiro a mi obra!" (Así habló Zaratustra, IV, El signo).
El estro amoroso y creativo había parido su fruto: Nietzsche / Zaratustra ha encarnado en sí mismo, a toda costa y hasta las últimas consecuencias, la realización del ideal, del valor y del poder, del sabio frente a la inconsciencia del ignaro, por medio de la voluntad de poder, como lo escribiera en Más allá del bien y el mal:
"La filosofía crea siempre el mundo a su imagen, no puede actuar de otro modo; la filosofía es ese instinto tiránico mismo, la más espiritual voluntad de poder, de "crear el mundo", de ser "causa prima (causa primera)" (Más allá del bien y el mal, I, De los prejuicios de los filósofos, 9).
(...)
"Pero los auténticos filósofos son hombres que dan órdenes y legislan: dicen: «¡así debe ser!», son ellos los que determinan el «hacia dónde» y el «para qué» del ser humano, disponiendo aquí del trabajo previo de todos los trabajadores filosóficos, de todos los sojuzgadores del pasado, - ellos extienden su mano creadora hacia el futuro, y todo lo que es y ha sido conviértese para ellos en medio, en instrumento, en martillo. Su «conocer» es crear, su crear es legislar, su voluntad de verdad es - voluntad de poder. - ¿Existen hoy tales filósofos? ¿Han existido ya tales filósofos? ¿No tienen que existir tales filósofos?..." (Más allá del bien y el mal, VI, Nosotros los sabios, 211).
Zaratustra asume la misión que Spinoza propone y describe al final de su Ética y cuyo fin es desplegar el poder del entendimiento sobre los afectos y trazar el camino para alcanzar la libertad, que es lo mismo que se propone y propone Nietzsche en sus obras: Así habló Zaratustra y hasta el fin.
Las propuestas de Spinoza:
"PROPOSICIÓN XLII
La felicidad no es un premio que se otorga a la virtud, sino que es la virtud misma, y no gozamos de ella porque reprimamos nuestras concupiscencias, sino que, al contrario, podemos reprimir nuestras concupiscencias porque gozamos de ella" (Etica, V).
(...)
"Escolio: Con esto concluyo todo lo que quería mostrar acerca del poder del alma sobre los afectos y la libertad del alma. En virtud de ello, es evidente cuánto vale el sabio, y cuánto más poderoso es que el ignaro, que actúa movido sólo por la concupiscencia. Pues el ignorante, aparte de ser zarandeado de muchos modos por las causas exteriores y de no poseer jamás el verdadero contento del ánimo, vive, además, casi inconsciente de sí mismo, de Dios y de las cosas, y, tan pronto como deja de padecer, deja también de ser. El sabio, por el contrario, considerado en cuanto tal, apenas experimenta conmociones del ánimo, sino que, consciente de sí mismo, de Dios y de las cosas con arreglo a una cierta necesidad eterna, nunca deja de ser, sino que siempre posee el verdadero contento del ánimo. Si la vía que, según he mostrado, conduce a ese logro parece muy ardua, es posible hallarla, sin embargo. Y arduo, ciertamente, debe ser lo que tan raramente se encuentra. En efecto: si la salvación estuviera al alcance de la mano y pudiera conseguirse sin gran trabajo, ¿cómo podría suceder que casi todos la desdeñen? Pero todo lo excelso es tan difícil como raro" (Ética, V, Escolio de la proposición XLII).
Y, cerrando el círculo, con este chisme también se explica el que, para cuando Nietzsche escribe Más allá del bien y el mal, en 1886, los sentimientos y pasiones que Lou, Bruno, Spinoza y tantas otras cosan más, lo habían entusiasmado, ya se han trasformado en desencanto e indignado desengaño, como ferviente lo expresa el aparte citado atrás.
Porque ya nadie ni nada es digno de equiparársele o de comparársele y menos de considerarse fuente de su "antigua sabiduría". Zaratustra ha comprendido la palabra de Spinoza y la ha trasformado en "martillo", convirtiéndola en su misión, pero, superando en ella, las "flaquezas y debilidades" moralizantes y decadentes, así como las de todos los predecesores y los continuadores en el futuro, proponiendo su "filosofar con el martillo" por el que Zaratustra no moverá montañas, las edificará:
"Espíritu es la vida que se saja a sí misma en vivo; con el propio tormento aumenta su propio saber - ¿sabíais ya esto?
Y la felicidad del espíritu es ésta: ser ungido y ser consagrado con lágrimas para víctima del sacrificio - ¿sabíais ya esto?
Y la ceguera del ciego y su buscar y tantear deben seguir dando testimonio del poder del sol al que miró - ¿sabíais ya esto?
¡Y el hombre que conoce debe aprender a edificar con montañas! Es poco que el espíritu traslade montañas - ¿sabíais ya esto?
Vosotros conocéis sólo chispas del espíritu: ¡pero no veis el yunque que él es, ni la crueldad de su martillo!
¡En verdad, no conocéis el orgullo del espíritu! ¡Pero aún menos soportaríais la modestia del espíritu, si alguna vez ella quisiera hablar!" (Así habló Zaratustra, II, De los sabios famosos).
Porque, para Nietzsche, la cuestión no era sólo escribir un tratado filosófico-geométrico. Él, en Así habló Zaratustra y en las obras siguientes, se propone y propone al hombre decadente y civilizado un desafío: el conocimiento y la liberación de los instintos y los afectos, para que cada cual, martillo y cincel en mano, talle en sí mismo la esencia "eterna e infinita" y la naturaleza del superhombre:
"Criatura y creador están unidos en el hombre: en el hombre hay materia, fragmento, exceso, fango, basura, sinsentido, caos; pero en el hombre hay también un creador, un escultor, dureza de martillo, dioses-espectadores y séptimo día: - ¿entendéis esa antítesis?" (Más allá del bien y el mal, VII, Nuestras virtudes, 225).
Nietzsche también encontró un motivo para filosofar a partir de su despecho amoroso, con el que arregla cuentas en Más allá del mal, y emprende su última y fracasada conquista:
"Suponiendo que la verdad sea una mujer -, ¿cómo?, ¿no está justificada la sospecha de que todos los filósofos, en la medida en que han sido dogmáticos, han entendido poco de mujeres?, ¿de que la estremecedora seriedad, la torpe insistencia con que hasta ahora han solido acercarse a la verdad eran medios inhábiles e ineptos para conquistar los favores precisamente de una hembra? Lo cierto es que la verdad no se ha dejado conquistar..." (Más allá del bien y el mal, Prólogo).
Al final del cuento, Nietzsche fue sólo un mortal y enamorado, pero su obra es ¡inmortal!
Es en ese sentido como pueden considerarse las citas de Nietzsche y Lou que anteceden como epígrafes la obra que ella escribiera sobre él y su filosofía en 1894 (14).
Ellos habían intuido y estado de acuerdo en que el enamoramiento, el estro amoroso y creativo, era también un asunto sagrado, erótico, heroico, trágico y cómico.
Así escribió Nietzche:
"Es verdad: nosotros amamos la vida, no porque estemos habituados a vivir, sino porque estamos habituados a amar.
Siempre hay algo de demencia en el amor. Pero siempre hay también algo de razón en la demencia".
Y Lou advierte:
"Todo amor es trágico. El amor compartido muere de saciedad, el amor no compartido de inanición. Pero la muerte por inanición es más lenta y más penosa".

NOTAS
(1) Iván Rodrigo García, El enamoramiento:
http://enamoramientoyevolucion.blogspot.com/
(2) Antonio Damasio, En busca de Spinoza. Neurobilogía de la emoción y los sentimientos, Crítica, Drakontos, Barcelona, 2009, p. 34.
(3) Iván Rodrigo García Palacios, Ensayos de un lector ludi: Nietzsche enamorado:
http://ivanrodrigogarciapalacios.blogspot.com/
---- Iván Rodrigo García Palacios, Zaratustra, mi hijo:
http://nietzsche-louandreas.blogspot.com/
(4) Curt Paul Janz, Friedrich Nietzsche, Biografía, 3. Los diez años del filósofo errante (1879-1888), http://www.paginasobrefilosofia.com/html/prebiogr.html:
(5) Friedrich Nietzsche, Más allá del bien y el mal, aparte 25 de la Sección segunda: El espíritu libre, Alianza, Madrid, 1997. Todas las citas de obras de Nietzsche corresponden a las publicadas por Alianza.
(6) Pilar García Pardo, Vida y obra de Lou Andreas Salomé. Una aportación al estudio psicoanalítico de la feminidad, Memoria para optar al grado de doctor, Universidad Complutense de Madrid, Facultad de Filosofía, Departamento de Filosofía IV, 2009.
Buscar en Google: eprints.ucm.es/9758/1/T31549.pdf
(7) Pilar García Pardo, Vida y obra de Lou Andreas Salomé. Una aportación al estudio psicoanalítico de la feminidad...,
Buscar en Google: eprints.ucm.es/9758/1/T31549.pdf
(8) Pilar García Pardo, Vida y obra de Lou Andreas Salomé. Una aportación al estudio psicoanalítico de la feminidad...,
Buscar en Google: eprints.ucm.es/9758/1/T31549.pdf
(9) Lou Andreas Salomé, Mirada retrospectiva, Documentos de un encuentro, Laertes, Barcelona, 1982, p. 185-186 pp.76-77.
(10) Curt Paul Janz, Friedrich Nietzsche. 2. Los diez años de Basilea, (1869-1879), Alianza, Madrid, 1981, p. 98 a 100.
(11) Citado por: Luis Ramos Marcín, De la concepción geométrica a la concepción estética de la vida: Spinoza y Nietzsche:
www.luis-ramos.com/LuisRamos-Spinoza-Nietzsche.doc
(12) Giordano Bruno, Expulsión de la bestia triunfante, Alianza Madrid, 1995, p. 242.
(13) Giordano Bruno, Expulsión de la bestia triunfante..., p. 245.
(14) Lou Andreas Salomé, Nietzsche, Zero, Madrid, 1986.
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