miércoles, 9 de febrero de 2011

Carta eleusina (asunto personal)


Carta eleusina
(asunto personal)

Frank David
Me abruman sus elogios por su desmesura, los acepto con gratitud, pero me quedan grandes, soy apenas un Lector Ludi que juega a explorar lo vivo, bios y zoé, en las obras de los Homo-Humanos.
Me atrevo a hacerle el comentario que me pide y los que le agrego de mi cuenta, porque siento que sus lecturas y escrituras están inspiradas por el espíritu, espíritu que es el anhelo de futuro, y que son una exploración y experimentación en lo vivo, en lo natural, de la cultura que evoluciona de la misma forma que la vida, y no una especulación sobre idealismos y metafísicas que el mismo Nietzsche combatió. Ese es un gran anhelo que espero realice para su gozo y a pesar de los padecimientos que le causarán los prejuicios y paradigmas académicos.
Comparto con usted el que Nietzsche, cuando escribió, en la cita que usted trascribe: "Se da, en los más diversos lugares de la tierra y brotando de las más diversas culturas", se refería a Bolívar, pero no sólo a él.
Todavía en la época en la que vive y escribe Nietzsche, perviven, más que la historia real, las leyendas sobre los eventos y los hombres que de la Revolución anglo-americana de los Estados Unidos, de la Revolución Francesa, de la Contrarrevolución Francesa de los burgueses (esta, inspirada por los héroes de la Ilustración y consolidada por Napoleón Bonaparte, sobre esto, ver: Michel Onfray, Los ultras de las Luces, Anagrama, pp. 295-306) y, por supuesto, la Independencia Hispanoamericana.
Son esas leyendas las que conectan y relacionan a Nietzsche con Bolívar, pues tanto el uno como el otro, comparten las mismas fuentes y motivos para su inspiración, Nietzsche de lecturas y Bolívar en carne propia: el Romanticismo, la Revolución y la Contrarrevolución Francesa y Bonaparte. Esa admirada exaltación que comparten los románticos alemanes de finales del siglo XVIII y principios del XIX. Asuntos estos que influyeron en ambos.
Recuerde que Bolívar debe su formación de niño y de joven a Simón Rodríguez, admirador de Rousseau, de la Ilustración y de las revoluciones francesas, y quien, además, fuera su acompañante en los viajes formativos de su juventud por Europa y Estados Unidos, entre 1799 y 1807, y que, en 1804, presencian la proclamación de Napoleón en París. O, si no, que gesto más romántico es la leyenda del Monte Aventino. En fin, Bolívar terminó siendo, simultáneamente, un héroe glorioso, al estilo del primer romanticismo y un héroe desgraciado del romanticismo decadente. Ese es el personaje Bolívar en el que, con toda seguridad, pensaría Nietzsche para su Superhombre, héroe y político, el mismo que usted retrata a partir de las palabras de aquel.

***

Las tres génesis del Superhombre y del eterno retorno

Dicho lo anterior y ya que usted habla del Superhombre, no aguanto la tentación de escribirle sobre las que considero las tres génesis del Superhombre de Nietzsche, las cuales están, a su vez, conectadas y se corresponden respectivamente con las formulaciones que él hizo del eterno retorno, las cuales son: existencial (Gaya ciencia), dionisiaca (Así habló Zaratustra), moral-política (las obras posteriores a Zaratustra y en la voluntad de poder), formulación, esta última, frustrada en lo imposible.
Como podrá notar, serán las dos últimas génesis las que tanto Fernando González y usted tendrán en cuenta y con buenas razones, al plantear las relaciones de Bolívar con el Superhombre de Nietzsche. Mientras que la primera génesis será ignorada por el sencillo motivo de que, para el momento en el cual Fernando González leyó a Nietzsche, todavía no se habían publicado los apuntes de Nietzsche.

1. Primera génesis:

El Superhombre como tal y de sentido existencial, aparece por primera vez en los apuntes de Nietzsche en diciembre de 1882, el momento más doloroso y despechado de su enamoramiento por Lou: “en los umbrales del suicidio”:
“No quiero la vida de nuevo. ¿Cómo he podido soportarla? Produciendo. Qué es lo que permite soportar su vista? La visión del superhombre, que dice que sí a la vida. Yo también lo he intentado ¡ay de mí” (Nietzsche, Fragmentos póstumos, diciembre 1882).
Mazzino Montinari explica la conexión de este primer Superhombre con el eterno retorno:
"Nietzsche no es, pues, el superhombre; pero el superhombre, a su vez, no es otra cosa que el hombre que se encuentra en condición de decir que sí a la vida así tal cual es, en eterna repetición" (Mazzino Montinari).
Pero es necesario tener en cuenta que esa conexión con el eterno retorno se corresponde, también, con las formulaciones que Nietzsche había realizado en los apuntes realizados entre agosto y diciembre de 1881 y con la que, ya formalizada, publica en el aforismo 341, penúltimo de la Gaya ciencia, en pleno enamoramiento por Lou, y de lo que, una lectura lúdica, viva y natural, evidenciará su naturaleza existencial.
En ese sentido y quizás como una hipótesis descabellada de genética literaria, este primer Superhombre trágico y romántico podría también conectarse con Roskolnikov, el frustrado héroe napoleónico, así como con el prisionero de El Gran Inquisidor, el príncipe de El Idiota o El hombre del subsuelo, esas novelas en las que Dostoievski critica el romanticismo y que con mucha probabilidad Nietzsche leyó bajo el influjo de su enamoramiento por la bella y joven rusa, Lou, y cuyas tragedias quizás le sirvieron como bálsamo del absurdo contra la desazón de su desolado corazón, en ese diciembre lúgubre y brillante en el que se define Así habló Zaratustra. ¿Quién puede conocer el corazón de un hombre despechado?
Le advierto que sólo he encontrado en la biografía de Curt Paul Janz el reconocimiento de que Nietzsche pudo leer a Dostoievski antes de 1887 y previo a la escritura de Así habló Zaratustra:
Dice Janz:
"El 23 febrero de 1887 escribía a Overbeck: «De Dostoievski no conocía hace pocas semanas ni siquiera el nombre -hombre inculto como soy, que no lee ni cuanto menos un periódico. En una visita casual a una librería la suerte puso bajo mis ojos la obra recién aparecida en traducción francesa L'sprit souterrain (¡algo parecido me ocurrió a los 21 años con Schopenhauer y a los 35 con Stendhal!) El instinto del parentesco (¿o cómo tengo que llamarlo?) habló de inmediato, mi alegría fue extraordinaria.» El nombre de Dostoievski tenía, de todos modos, que serle conocido a Nietzsche desde la recensión de Widmann, esto es, desde finales de septiembre, y el capítulo "Del pálido delincuente" del Zaratustra invita a pensar en un conocimiento todavía más temprano. Tal vez latía un recuerdo en su subconsciente que le hizo aferrarse al libro al ver el nombre en la cubierta" (Curt Paul Janz, Friedrich Nietzsche, Biografía, 3. Los diez años del filósofo errante (1879-1888), Alianza, Madrid, 1985, p. 406).
Esa bella y joven rusa fue también una entusiasta lectora de Dostoievski antes de viajar a Europa, por lo que no es improbable que entre sus libros estuvieran las novelas de Dostoievski, las que debió recomendar a Nietzsche, por los motivos que él más tarde ponderó en el ruso:
"¿Conoce usted a Dostoievski? ... un psicólogo con el que "yo me entiendo" (Carta a Peter Gast, febrero 13 de 1887).
Así como:
"Dostoievski, el único psicólogo, dicho sea de paso, del que yo tuve que aprender algo..." (Crepúsculo de los ídolos, Consideraciones de un intempestivo, 45).
Y, por supuesto, como exploración del sentido dostoievskiano de lo religioso, sobre lo que Lou y Nietzsche tanto hablaron en los días y noches de Tautemburg.

2. Segunda génesis:

El segundo Superhombre (dionisiaco), es aquel que Nietzsche define desde el prólogo de Así habló Zaratustra, definición que usted cita y la que bien se corresponde con la explicación de Giorgio Colli para lo dionisiaco:
"Se aclara ahora el significado final dado por nosotros a lo dionisíaco: es la fase de aspiración íntima de ciertos hombres antes de alcanzar toda expresión, el impulso de superar todo lo que es humano, como interioridad del gran individuo. Lo dionisíaco individual es interioridad pura, sentimiento y voluntad desnudos de imágenes. Ellos están convencidos de que en su alma está el secreto del mundo, y en el curso de la vida heróica que han elegido para sí se elevan a sus intuiciones místicas". (Giorgio Colli, Einleitung a Ellenismo e oltre, p. 230).
[...]
"Lo apolíneo es entonces, en sentido amplio, expresión". (Giorgio Colli, Einleitung a Ellenismo e oltre, p. 211).
La conexión con el eterno retorno continúa siendo, tácitamente, existencial en las dos primeras partes de Así habló Zaratustra y sólo se hace explícita, aunque enigmática, pero ya dionisiaca, en el segundo discurso de la tercera parte: De la visión y enigma. Con el enigma entramos en los terrenos de Apolo y Dionisios que Nietzsche interpretó de una manera y a la que ahora Giorgio Colli endereza de mejor manera:
"Son también los mismos dioses, Apolo y Dionisos, los que se encuentran si remontamos por los senderos de la sabiduría griega. En este campo, sin embargo, la caracterización de Nietzsche llega a modificarse, además de que la preeminencia se concede a Apolo más bien que a Dionisos. De hecho, al dios de Delfos, más que a otro, hay que atribuirle el dominio sobre la sabiduría" (Giorgio Colli, El nacimiento de la sabiduría y otras de sus obras).
3. Tercera génesis:

Luego de la escritura de las cuatro partes de Así habló Zaratustra, Nietzsche publica en 1886, Más allá del bien y el mal y en 1887, vuelve a publicar Aurora, Gaya ciencia y Así habló Zaratustra, con nuevos prólogos. Si se hace, de nuevo, una lectura lúdica, viva y natural, de estas obras y de todo lo que escribió hasta el colapso, se podrá contemplar la lucha de Nietzsche por realizar una formulación moral y política del Superhombre y del eterno retorno y a partir de lo que, de allí en adelante, sera la voluntad de poder.
Lo cierto del caso es que en Más allá del bien y el mal y en todo lo que escribió después, Nietzsche luchó por formular la utopía de una sociedad de superhombres, eternos, libres, regidos por su voluntad de poder ("el reino de los mil años de Zaratustra"). He aquí un primer intento:
"Lo que se llama «libertad de la voluntad» es esencialmente el afecto de superioridad con respecto a quien tiene que obedecer: «yo soy libre, "él" tiene que obedecer» - en toda voluntad se esconde esa consciencia, y asimismo aquella tensión de la atención, aquella mirada derecha que se fija exclusivamente en una sola cosa, aquella valoración incondicional «ahora se necesita esto y no otra cosa», aquella interna certidumbre de que se nos obedecerá, y todo lo demás que forma parte del estado propio del que manda" (Nietzsche, Más allá del bien y el mal, Sección primera, De los prejuicios de los filósofos, 18).
Misión imposible. Por alguna razón, que no es del caso explorar aquí, en Nietzsche se había "quebrado algo":
La flecha de Apolo se había clavado en el corazón de Dionisios.
... Y la locura -según la define Sócrates- poseyó a Nietzsche:
"SÓCRATES: Pero hay dos formas de locura; una debida a enfermedades humanas, y otra que tiene lugar por un cambio que hace la divinidad en los usos establecidos.
FEDRO: Así es.
SÓCRATES: En la divina, distinguíamos cuatro partes, correspondientes a cuatro divinidades, asignando a Apolo la inspiración profética, a Dioniso la mística, a las Musas la poética, y la cuarta, la locura erótica, que dijimos ser la más excelsa, a Afrodita y a Eros" (Platón, Fedro: 265 a-b).

Porque, "a quien un dios quiere destruir, antes lo enloquece" (Quem deus vult perdere, dementat prius).
Dionisios y Apolo castigan a los profanadores de los misterios de Eleusis condenándolos al exilio y rompiendo sus cabezas, tal lo sucedido a Esquilo y Nietzsche.
Se dijo en Atenas que Esquilo había profanado los misterios eleusinos y que, a pesar del éxito de sus obras de teatro, los últimos años de su vida estuvo exilado en Sicilia y que su muerte se produjo cuando un águila dejo caer sobre su cabeza la caparazón de una tortuga que le rompió el cráneo. Nietzsche, como se sabe, perdió la cordura.
  Disculpe la parrafada, pero es que sin la dimensión trágica ni el eterno retorno de los héroes que inspiraron a Nietzsche, no se entendería el Superhombre y tampoco la pervivencia de Bolívar como hombre superior nietzscheano.
El asunto es fascinante e inmenso, ya habrá oportunidades, si ganamos en confianza, para explorarlo al cálido estímulo de un tinto.
Gracias por su interlocución,
Iván Rodrigo.

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