domingo, 6 de diciembre de 2009

Capítulo 1, Mitos y leyendas sobre Cien años de soledad

Capítulo 1
Mitos y leyendas sobre Cien años de soledad

Por Iván Rodrigo García Palacios

Cuentan las leyendas que un día no precisado, Gabriel García Márquez salió de paseo hacía Acapulco con su esposa y sus hijos en el carro familiar, un viejo Opel, y que al pasar por Cuernavaca lo asaltó la certeza de que ya podía escribir la novela que por diez y ocho años había estado tratado de escribir.
Otra versión de esa leyenda cuenta que ese suceso ocurrió en un viaje en autobus con Carlos Fuentes a Acapulco, donde tenía que renovar su visa de permanencia en México y que, al pasar por Cuernavaca, fue "iluminado" y poseído por la certeza de que ya estaba listo para escribir Cien años de soledad.
Se cuenta que luego de este evento extraordinario, a mediados de junio de 1965, Gabriel García Márquez se enclaustró en el pequeño estudio de escritor de su casa de Ciudad de México y que durante, no se sabe con exactitud, si en doce, catorce o diez y ocho meses, en dura lucha con las palabras, escribió Cien años de soledad, la que fue publicada por la Editorial Suramericana en 1967.
A esas dos leyendas hay que agregar la infinidad de otras leyendas que se han ido tejiendo al rededor de Cien años de soledad: su publicación; las materias y procesos de su escritura; las personas, los eventos, los libros, etc., a los que Gabriel García Márquez hace referencia; los motivos, las figuras y las lecturas que lo inspiraron, en fin, materias y materiales suficientes para escribir otra novela.
El asunto ahora es tratar de descubrir lo real o la ficción a partir de esas leyendas, de la novela misma y de lo mucho que se ha dicho y escrito.
Es posible que nunca se sepa con certeza toda esta historia, a menos que los protagonistas revelen sus secretos. Pero, lo que si es posible realizar es una Lectura Lúdica que, recurriendo a las artes adivinatorias o descifrando por la lógica de la abducción (1) la inmensa cantidad de información real y mítica disponible, permita desvelar y relatar una historia plausible de los eventos naturales y extraordinarios que convergieron para provocar la realización de aquella escritura.
Se sabe con certeza que Carlos Fuentes fue el amigo íntimo, confidente y maestro que apoyó, orientó y estimuló, la escritura de Cien años de soledad desde antes y durante su escritura y que por esa cercanía de compadre y cómplice es quien mejor conoce la verdadera historia que se oculta detrás de las leyendas, salvo el mismo Gabriel García Márquez y su esposa Mercedes Barcha.
Si se toma como documento básico a descifrar el discurso de Carlos Fuentes en el homenaje y celebración que se hizo a Gabriel García Márquez en Cartagena, el 24 de abril de 2007, con motivo de sus ochenta años y cuarenta de la publicación de Cien años de soledad, y se la interpreta como una declaración testimonial sobre aquellos eventos y, en consecuencia, se deconstruye su escritura con un método imaginativo y abductivo, es posible formularse las preguntas adecuadas y descubrir algunos de los elementos reales y de ficción que se ocultan tras su hermética forma literaria y relatar, así sea como hipótesis descabellada, buena parte de aquella historia.
Para empezar, es necesario plantearse y resolver estas preguntas:
¿Quiénes y por qué se inventaron esas leyendas? ¿Qué era Gabriel García Márquez al momento de esa escritura? ¿Qué lo inspiró y lo motivó a escribir Cien años de soledad? ¿Qué sucedió en realidad en aquel viaje a Acapulco y durante el enclaustramiento? En fin.
Ese método al que denomino Lectura Lúdica a la escritura y realización de una obra de arte o a la realización de un descubrimiento científico, es más próximo al mismo y misterioso proceso creativo que a la formalidad académica y, por lo mismo, es más un juego (2) de la imaginación, porque la lectura debe ser de la misma naturaleza de la escritura: una actividad en la que se descubren nuevos conocimientos con pasión, imaginación, pensamiento y esfuerzo, o para decirlo con Giordano Bruno: con "heroicos furores" (3).
Antes de iniciar esta Lectura Lúdica a los mitos y leyendas sobre la escritura de Cien años de soledad, una explicación sobre qué es la Lectura Lúdica:
¿Cómo se realiza una obra de arte o un nuevo invento? ¿Cómo cada artista o científico inventa sus obras?, en fin, ¿cuáles son los misterios de la imaginación y de la creatividad? Esas son algunas de las preguntas cuyas respuestas todos quisiéramos conocer, pero es imposible.
Pero, lo que es si posible, es proponerse ser cómo son los artistas y los científicos: imaginativos y creativos al momento de hacer la lectura del mundo, de los maestros, de las obras de arte y las obras de la ciencia y de la tecnología, de todo aquello que los precedió, ello con el fin de descubrir la naturaleza de esas obras y las formas cómo estas fueron realizadas, para y, de esta forma, descubrir conocimiento; conocimiento que es todo aquello que se encuentra en la oscuridad de los misterios del universo hasta que lo descubrimos. Eso es lo que denomino Lectura Lúdica.
Al igual que los artistas o los inventores en las ciencias, el Lector Ludi conoce el mundo, los desarrollos del arte y de las ciencias y a sus autores; contempla los elementos que integran y forman las obras de arte o los inventos y, a partir de ello, realiza su propio análisis, comprensión, interpretación y dotación de nuevo sentido, para así lograr el descubrimiento de nuevo conocimiento.
Los métodos y lógicas que usa o puede usar el Lector Ludi para el descubrimiento de conocimiento son muchos y variados, al gusto de cada cual; sin embargo, en general, se acomodan al mismo modelo lógico tradicional: inducción, deducción y prueba, esto en los métodos más formales, en los cuales, por más que no se quiera, siempre estará presente la imaginación.
En los métodos más libres e informales, como el de la Lectura Lúdica que propongo, se le da mayor importancia a la imaginación y a la intuición, porque, al incluir los métodos lógico de la abducción, la inducción, la deducción y la prueba, estos se aplican a partir de la contemplación del objeto o fenómeno a analizar, interpretar, comprender y dotar de sentido, desde puntos de vista diferentes y no necesariamente concretos y probados, eso es la abducción.
La abducción, como ya lo cité atrás y según lo anota Carlos Rendón:
"Se trata, según leía alguna vez en un artículo de Heinz Heckhausen, del cortocircuito, de la chispa que se produce entre dos complejos de imaginación hasta entonces separados, "por mediación de un elemento común". La complejidad de un concepto -de una imagen- puede así potenciarse, multiplicarse como por arte de magia, al estar puesta en contacto con diferentes contextos" (3).
Con este método en mente, el Lector Ludi debe actuar sin miedo a formular y formularse hipótesis, como lo recomendaba Charles Darwin, así estas, a primera vista, parezcan descabelladas, como me gusta calificarlas.
¿Qué son las hipótesis descabelladas?
Para efectos de un principio de método para jugar a descubrir conocimiento aplicado a la Lectura Lúdica, digo que las hipótesis descabelladas son aquellas que se hace el lector común cuando empieza a mezclar sus lecturas y encuentra conexiones arbitrarias o reales con algo que ha leído o contemplado en otra parte o con asuntos de la realidad en general o metafísica y para los cuales no tiene aun la erudición de los teóricos y críticos literarios que, para estos menesteres, ya están equipados de métodos formales y con un extenso diccionario de términos, definiciones y conceptos, la mayor parte de las veces, ajenas y extrañas al mortal común y corriente.
¡Hipótesis descabelladas! ¡Por supuesto! Ese es el punto de partida desde el cual contemplar un asunto o una idea que despierta la curiosidad o atención, bien por sorpresiva o por disparatada y jugar con ellos, como lo hacen los niños, hasta que se agotan sus variaciones y conexiones o, hasta cuando, por la presencia y acumulación de nueva información y nuevos conocimientos, se descubren otras hipótesis descabelladas.
Lúdica y juegos que, lastimosamente, van desapareciendo cuando los niños se hacen mayores y la cultura los formaliza, petrificándolos en la nostalgia y condenándolos como pecados de inmadurez e incorrección.
Y digo, a manera de metodología, que mis hipótesis descabelladas son como los juegos de los niños, porque pienso que sus juegos son el remanente y el punto de partida que permanece del primordial inicio de la actividad mental del Homo-Humano que, igual hoy que en aquel entonces, a la manera de los juegos infantiles, ve, siente, imagina, sueña, acumula, conecta, relaciona, ordena, varía, experimenta, en fin, juega a ese juego en el que se origina la invención de las palabras y del el lenguaje (4).
La aplicación del método de las hipótesis descabelladas a la Lectura Lúdica de la escritura de una obra de arte, puede ser tan libre e imaginativa como cada cual lo desee, sin embargo, debe partir de las materias primas formales que se enumeraron antes: un amplio conocimiento del autor, de la obra y del contexto en el que fue realizada, para de allí, poder realizar una adecuada Lectura Lúdica, que nunca es ni la única ni la última.
Sólo a partir de esa experiencia será posible contemplar, distinguir, conectar, deducir y precisar, esa chispa de novedad y asombro que brota de la materia estudiada, para, de ella, poder interpretar y comprender el nuevo sentido que ofrece, con el cual ya es posible descubrir, contemplar, aquello que antes era misterioso y oscuro (5).
Es necesario hacer un par aclaraciones:
En primer lugar no se trata de inventar algo fantasioso o ficticio, si bien, lo que se busca y se obtiene son informaciones difíciles de probar, ello no quiere decir que sean imposibles de ser demostradas y probadas con otros métodos cuando surjan nuevas evidencias y fuentes de información que las respalden y la legitimen.
Como se trata de un método informal, ello no quiere decir que no se pueda recurrir a la información formal existente, en ella existe muy buena cantidad de datos ya probados con los cuales se pueden elaborar puntos de partida o interpretaciones útiles al propósito que persigue el Lector Ludi:
"(...) comenzando a vivir intelectualmente; vive la vida de los dioses, nútrese de ambrosía y de néctar se embriaga" (Los Heroicos Furores, I, 4).
***
A manera de prueba de funcionamiento para esta Lectura Lúdica, he realizado algunas lecturas, unas con mayor amplitud y éxito que otras, pero siempre con el mismo gozo lúdico que perseguía desde el principio.
Tal es el caso de la Lectura Lúdica que ahora expongo y cuyo fin es proponer hipótesis descabelladas sobre las circunstancias, eventos, materias y procesos que intervinieron en la realización y en la escritura de Cien años de soledad por parte de Gabriel García Márquez y los cuales fueron convertidos en mitos y leyendas por el mismo escritor y sus amigos.
La idea surgió a raíz de la Lectura Lúdica al discurso de Carlos Fuentes en el homenaje a Gabriel García Márquez con motivo de sus ochenta años y los cuarenta de la publicación de Cien años de soledad, el 24 de abril de 2007, en el Centro de Convenciones de Cartagena, porque él, como el amigo íntimo, confidente y testigo cercano, narró allí la historia del proceso, los antecedentes y la historia de lo que sucedió hasta el momento de la publicación de la novela.
Era una historia similar a las ya contadas, sin embargo, su estructura y la forma como Carlos Fuentes presentó su información, sugería que ese texto era sólo un pre-texto y un telón de fondo a partir del cual se aprovechaba la oportunidad para recordar una historia sólo conocida por los más cercanos protagonistas, pero extraña y simpática para los oyentes y lectores ajenos.
Al hacer una Lectura Lúdica del texto de Carlos Fuentes, se podía inferir y abducir que las referencias biográficas, textuales y literarias que él empleó en su relato, eran utilizadas de manera deliberada y hermética, o bien para mantener oculto el misterio o bien para desafiar a que se desentrañara el enigma.
Lo cierto es que acepté el reto de desvelar ese enigma y desde entonces he venido explorando, en este trabajo siempre en progreso, en los territorios de aquel misterio y he ido encontrando fabulosos tesoros como los de Aladino o los de la cueva de Ali Ba Ba, en los cuentos de Sheherezade... literalmente.
Para ello fue necesario explorar sobre los eventos biográficos, las actividades y las experiencias de Gabriel García Márquez antes y durante la escritura de Cien años de soledad, los que permitieran descubrir los procesos que afectaron, influyeron y determinaron su desarrollo intelectual y creativo: sus experiencias vitales y existenciales, sus relaciones con otras personas, sus lecturas y sus escrituras, en fin, todo aquello que de alguna manera pudo conectarse, participar, contribuir y determinar la realización de la obra.
Por lo que se puede abducir del discurso de Carlos Fuentes y de otra información, al momento de la escritura de Cien años de soledad, Gabriel García Márquez, contaba en su haber vital y artístico de las siguientes materias y experiencias:
- Una ingente memoria de los relatos orales escuchados de sus abuelos y de otras gentes durante su niñez y primera juventud.
- Una ingente memoria de lecturas.
- Sus experiencias como periodista y escritor.
-Sus experiencias de muchos viajes.
- Sus experiencias como guionista de cine y redactor de textos publicitarios en México.
- Los manuscritos de las novelas y cuentos que intentaba escribir, algunos de ellos desde su juventud.
- Los conocimientos recién descubiertos sobre la literatura durante su estancia en México.
- Las experiencias vitales, profesionales y artísticas, que precedieron el momento de su iluminación y enclaustramiento.
De esta manera fue posible descubrir una serie de elementos biográficos, existenciales y literarios que permiten identificar las conexiones, correspondencias y relaciones, así como las materias utilizadas en la narración, para analizarlas, interpretarlas y dotarlas de sentido con relación a los significados y a las intenciones concretas o posibles que, en el contexto de la novela misma, se propuso el autor.
Para contar esa historia era necesario responderse a la pregunta: ¿Cómo fue escrita Cien años de soledad?
En el discurso de Carlos Fuentes se hacía una hermética referencia y se establecía una íntima conexión con Malcolm Lowry, su la novela Bajo el volcán, su vida y su obra, era necesario preguntarse sobre el significado de ello.
Luego de abducir las respuestas a esas preguntas, lo uno condujo a lo otro y de allí fue emergiendo la compleja genealogía de Melquíades, el personaje que escribió los pergaminos de Cien años de soledad.
Conociendo esa genealogía y el origen los pergaminos, ya era posible empezar a establecer y asignar los motivos, las figuras, las fuentes, etc., de las incontables referencias e intertextualidades que se supone están incluidas en Cien años de soledad, tanto aquellas que se han convertido en tópicos y que sólo me interesaban como material de apoyo, pero en especial esas otras, las que apenas se han mencionado o no se mencionan para nada, que son las que en realidad me interesaba encontrar para así disfrutar del gozo de haber desvelado esos misterios.
En esa búsqueda me encontré con la presencia de algunos de los libros, los autores, los personajes, motivos y figuras que bien pudieron haber sido utilizados o haber ejercido su influjo en Gabriel García Márquez al momento de la escritura de Cien años de soledad, pero a los que poco o nada se menciona en la literatura crítica o testimonial.
Como resultado, con tal información es posible desvelar algunas partes de la historia de la escritura y elaborar un catálogo de lecturas sobre las materias y materiales que participan en Cien años de soledad, como para que los Lectores Ludi puedan emprender sus propias exploraciones y descubrimientos, disfrutar ese gozo magnífico de descubrir conocimiento, y para que sean ellos los encargados de concretar la necesaria demostración formal... en el futuro.
Por mi parte y hasta ahora, he descubierto toda una línea de genética literaria cuya historia hará gozar a los Lectores Ludi y a aquellos curiosos que deseen conocer algo sobre cómo se escriben los libros y no tener miedo de escribirlos.
NOTAS
(1) Cita tomada de: Carlos Rincón, García Márquez, Hawthorne, Shakespeare, De la Vega & Co. Unltd., Serie La Granada Entreabierta, 86, Instituto Caro y Cuervo, Santa Fe de Bogotá / 1999:
"Racionamiento por abducción", descubierto por Charles S. Peirce en 1879 y que funciona, algo así, como lo explica Carlos Rincón:
"Se trata, según leía alguna vez en un artículo de Heinz Heckhausen, del cortocircuito, de la chispa que se produce entre dos complejos de imaginación hasta entonces separados, "por mediación de un elemento común". La complejidad de un concepto -de una imagen- puede así potenciarse, multiplicarse como por arte de magia, al estar puesta en contacto con diferentes contextos.
El tic-tac que escuchaba era quizás el mismo del reloj de Tiffany olvidado por Charles S. Peirce el 21 de junio de 1879, al llegar a Nueva York a bordo del "Bristol", y que lo llevó a descubrir el razonamiento por abducción. Mientras la inducción y la deducción, según Peirce, nada agregarían a los datos de la percepción, la abducción, dependiente de las "percepciones inconscientes de relaciones entre aspectos del mundo", sería, según su notable relato de la pérdida y recuperación del reloj olvidado y robado en el "Bristol", la inclinación a sostenr una hipótesis, con algo de instinto de adivinación. Según Thomas A. Sebeok y Jean Umiker-Sebeok, en la yuxtaposición que hicieron en 1980 de Charles S. Peirce y Sherlok Holmes en su You Know My Method: "todo nuevo conocimiento depende de la construción de una hipótesis. Sin embargo, y dicho citando la página 238 del octavo volumen de los Collected Papers de Peirce: "Al comienzo no parece haber lugar alguno para preguntar qué la apoyaría, pues del hecho concreto de que se dispone sólo se desprende un tal vez (tal vez sí y tal vez no). Hay, sin embargo, una clara tendencia en dirección a la confirmación; y la frecuencia con que la hipótesis se establece como un hecho concreto (...) pertenece a los más sorprendentes entre los milagros del universo".
(2) Friedrich Schiller, Cartas sobre la educación estética del hombre, carta decimoquinta. Citado por Rüdiger Safranski, El Romanticismo. Una odisea del espíritu alemán, Tusquets, Barcelona, 2009, p. 42:
"Expresado con toda brevedad, el hombre sólo juega cuando es hombre en el pleno sentido de la palabra, y sólo es enteramente hombre cuando juega".
(3) Giordano Bruno, Los heroicos furores, Tecnos, Madrid, 1987, pp. 56-57:
"TANSILLO: Se suponen, y de hecho existen, varias especies de furores, todas las cuales se reducen a dos géneros: los unos manifiestan únicamente ceguera, estupidez e ímpetu irracional, tendiendo a la insensatez ferina; consisten los otros en cierta divina abstracción por la cual algunos alcanzan a ser en verdad mejores que los hombres ordinarios. Y estos son a su vez de dos especies, pues ciertos individuos, al haberse convertido en habitáculo de dioses o espíritus divinos, dicen y obran cosas admirables de las que ni ellos mismos ni otros entienden la razón (...). Otros, por estar avezados o ser más capaces para la contemplación y por estar naturalmente dotados de un espíritu lúcido e intelectivo, a partir de un estímulo interno y del natural fervor suscitado por el amor a la divinidad, a la justicia, a la verdad, a la gloria, agudizan los sentidos por medio del fuego del deseo y el hálito de la intención y, con el aliento de la cogitativa facultad, encienden la luz racional, con la cual ven más allá de lo ordinario; y estos no vienen al fin a hablar y obrar como receptáculos e instrumentos, sino como principales artífices y eficientes".
(4) Adriana Silvestre y Guillermo Blanck, Bajtín y Vigotski: la organización semiótica de la conciencia, Anthropos, Barcelona, 1993.
(5) Giovanni Reale, Platón, en búsqueda de la sabiduría secreta, Herder, Barcelona, 2001 (371 p.), p. 260.
Para complementar lo anterior, agrego lo que significaba para los griegos "contemplar", tal y como lo explica Giovanni Reale:
"El ejemplo más importante está en su uso de la palabra griega para "visión" o "contemplación" (theoria), que, por supuesto, se ha convertido, con toda facilidad, en nuestra palabra "teoría", por la que denotamos un nivel de discurso totalmente abstracto, pero que Platón utiliza para sugerir la "contemplación" de realidades que, una vez alcanzadas, están ahí para ser vistas".

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